Evitando lo inevitable (versión de él 2)
2 Ago, 2018
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Cuando amas a alguien déjalo ir...
De seguro lo dijo alguien que jamás se había enamorado.
Que jamás se había desvelado por horas imaginando una sonrisa.
Que no entendía que separarse de esa persona era separarse de uno mismo.
De la mejor versión de uno mismo.

El choque había hecho rodar a mi auto al menos 15 metros, me encontraba atrapado en el auto y sin poder moverme.
No me dolía nada, simplemente mi cuerpo no me obedecía.
Mi mente por otro lado, no paraba de pensar.
Mientras escuchaba la ambulancia llegar pensé en cómo había iniciado todo.

Había sido en una cena de negocios, mi nueva marca personal necesitaba publicidad y por alguna razón, casualidad, destino o Dios... yo mismo había decidido asistir a la reunión de ese día.
Recordé cuando nos presentaron .
Cuando la vi a los ojos supe que había algo diferente en ella, aunque su apariencia era joven en su mirada existían años de experiencias no contadas.
Era un alma vieja vagando por el mundo.

Volví al presente un momento cuando escuché a alguien de mi lado del auto, estaban intentando sacarme. Sonreí mentalmente.
Si me sacaban del auto me llevarían a un hospital y podría hacer una llamada, podría llamarla a ella.
Aunque no debía hacerlo me devolví al pasado.

Ella había llevado papeles de colores con sus ideas, había dibujado sobre los mismos y mostraba con efusividad lo que quería que fuese la marca.
No era lo que buscaba para ese proyecto, era mejor.
Hablamos por horas sobre la marca, me di cuenta que era igual de perfeccionista que yo, igual de organizada, igual de apasionada en lo que hacía...
No supe en qué momento ocurrió pero de pronto dejamos de hablar de la marca y comenzamos a hablar de nosotros.
Esa debió haber sido la primera señal, esa primera señal que me debió haber advertido que no sobreviviría a ella...

Me encantaba cuando se reía y lo hacía por todo. Aunque yo le diera criticas que generalmente a otras personas les molestaban, ella solo se reía.
Fue cuando me di cuenta que no le molestaba que le dijeran la verdad.
Me contó sobre su familia, me contó sobre su trabajo, me contó sobre cómo había conseguido la casa de sus sueños...
A mí, un extraño.
Aunque sinceramente yo no la sentía una extraña, la sentía como la persona que había esperado toda mi vida.

Jamás había hablado con alguien del trabajo sobre algo de mi vida privada, pero sin darme cuenta le había contando mi vida a ella y lo peor era que se sentía refrescante.
Con ella me sentía libre.
La noche terminó más pronto que tarde y comprendí que ya todos los detalles del proyecto estaban terminados, que no necesitábamos más reuniones, mi secretaria podía encargarse de todo lo financiero.
Pero quería más de ella.

Recuerdo haberle dado mi mejor sonrisa, recuerdo estar nervioso e intentar que no se notara y recuerdo haberle pedido que se reuniera conmigo para otra cita de negocios, aún sabiendo que era innecesario.

Mis pensamientos se detuvieron cuando sentí como me ponían en una camilla al sacarme del auto, sentí como algo envolvía con fuerza mi cuello y la luz del sol queriéndome cerrar los ojos. Pero no podía, por más que quería no podía cerrarlos.
Las voces se confundieron en mi mente, me preguntaban mi nombre, me preguntaban cómo estaba.
Yo quería responder pero mi cuerpo no cooperaba.
Me metieron dentro de la ambulancia y alguien me dijo que iba a dormir un buen rato.

Lo último que recuerdo antes de que me sedaran era la voz de ella diciéndome que no podía ir a esa siguiente cita de negocios.
Eso y lo que dolió mi corazón al despedirme de ella esa noche.
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