El trauma infantil es una herida emocional profunda que puede seguir a una persona durante toda su vida. Los eventos dolorosos que vivimos cuando somos niños, especialmente aquellos relacionados con el maltrato o el abuso, dejan cicatrices que, aunque no siempre son visibles, influyen en nuestra personalidad y bienestar emocional de manera significativa .
Aquí te contamos cómo los traumas de la infancia pueden afectar tu vida adulta, a través de 5 comportamientos comunes en quienes no han logrado superar esas heridas emocionales.
1. Persona Inhibida y RetractadaLa inhibición es un comportamiento frecuente en aquellos que vivieron una infancia difícil. Estas personas tienden a ocultar sus emociones y pensamientos, temiendo ser juzgadas o atacadas si muestran su verdadero yo. En su interior, existe un temor constante de ser vulnerables, lo que les lleva a evitar llamar la atención y a evitar cualquier situación que los haga sentirse expuestos. Esta tendencia a esconderse del mundo es una defensa ante el miedo profundo de revivir experiencias traumáticas pasadas.
2. Persona con Mal Humor y FrustraciónLa ira es una emoción predominante en quienes no han logrado sanar de sus traumas infantiles. No es que sean personas violentas, pero muchas veces su mundo es percibido como un lugar hostil y cruel. La frustración es difícil de manejar y las personas con este tipo de traumas tienden a ser muy impacientes y a estar a la defensiva. Sus reacciones a menudo son desproporcionadas y pueden afectar su rendimiento en el trabajo, las relaciones personales y su bienestar general.
3. Problemas de AutoestimaUna de las huellas más evidentes de un trauma infantil no resuelto es la baja autoestima. Las personas afectadas por estos traumas suelen sentirse inferiores a los demás, incluso ante los halagos y palabras amables. Rechazan cualquier tipo de elogio, ya que no creen que merecen algo positivo. En su mente, cualquier comentario bueno es interpretado como una mentira o una burla, lo que hace que su autoestima se mantenga baja y su capacidad para confiar en los demás se vea afectada.
4. Sobrevaloración de Uno MismoCuriosamente, también existen personas que, como mecanismo de defensa, desarrollan una imagen exagerada de sí mismas. Se presentan como superiores a los demás para ocultar su inseguridad interna. Este comportamiento, aunque puede parecer una muestra de confianza, en realidad es una fachada que oculta una profunda falta de autoestima. Es una manera de protegerse de los recuerdos de abuso o de daño emocional vivido durante su niñez.
5. Tendencia a Evitar o Buscar el ConflictoLas familias conflictivas pueden generar dos tipos de reacciones en los niños que crecen en ellas: el miedo al conflicto o la atracción por el mismo. Quienes crecen en un entorno donde las discusiones eran frecuentes, pueden desarrollar una aversión al conflicto, incluso evitando enfrentamientos a toda costa, aunque esto implique sacrificar sus propias creencias. Por otro lado, aquellos que vivieron situaciones traumáticas pueden, sin querer, convertir cualquier situación en un conflicto, buscando recrear el ambiente de caos que conocieron en su infancia.
El Camino hacia la SanaciónReconocer estos comportamientos es el primer paso para entender cómo los traumas de la infancia siguen afectando tu vida adulta. Si te identificas con alguno de estos patrones, es importante recordar que el proceso de sanación es posible. Buscar apoyo profesional, como terapia psicológica, puede ser clave para empezar a sanar esas heridas emocionales que aún no has logrado procesar. Recuerda que no estás solo/a y que es posible superar lo que viviste para llevar una vida más plena y equilibrada.