¿Alguna vez has sentido una molestia insoportable al escuchar a alguien masticar con la boca abierta? ¿El rechinido de un tenedor en un plato te hace temblar de incomodidad? Si es así, no estás solo. Existe una condición llamada misofonía, en la que ciertos sonidos específicos pueden desencadenar una reacción emocional extrema, desde ansiedad hasta ira incontrolable.
Aunque no se habla mucho de ella, entre el 5 % y el 13 % de la población sufre esta hipersensibilidad al sonido .
Pero, ¿se puede controlar? La respuesta es sí. Existen técnicas como la terapia de exposición y el contracondicionamiento, que ayudan a aumentar la tolerancia a estos sonidos. Lo importante es reconocer la reacción negativa y aplicar estrategias para distraer la mente.