Se me hizo tan atractivo el paso de tus manos por mi cara y el roce de tus labios en los míos que olvidé completamente el peligro que corría al permanecer a tu lado. Te sentí tan mío aún así no fueras .
Recuerdo sentir la sangre corriendo por mis venas de manera torrencial, los pensamientos desvaneciéndose en un instante y la felicidad bailando a mi alrededor. Recuerdo esos días grises de tormenta en los que me enseñaste a amar. "Los días grises nos purifican el alma", nunca entendí el por qué de esas palabras hasta estos momentos, comprendí que los días grises se hicieron para llorar y reflexionar, para comprender lo incomprensible y para perdonar lo imperdonable.
Y es que tú eras todo: mi mentor, mi amor, mi espina y mi rosa, la tormenta huracanada de mis noches y el sol apacible de mis días.
Aprendí a amarte según cómo eras, aprendí a que no me importara en lo más mínimo el riesgo que corría, aprendí a cerrar los ojos y confiar en ti...
Pero...
El precio de aquello fue muy alto. Hoy me encuentro vacía, solitaria, abandona por todo aquello que un día estuvo junto a mí. Hoy me cuento sola, triste, recordando que no volverás y mirando como todos los días se vuelven grises. Pero aún así, sólo me queda decirte gracias, gracias por hacerme ver que en todo lo bueno hay algo malo y que en todo lo malo hay algo bueno... Gracias por todo.