A veces, la receta para ganarse el rechazo en las redes sociales parece sencilla: ser prepotente, impertinente y, por supuesto, no tener un solo gramo de autocrítica. Si quieres hacerlo bien, puedes tomar algunas lecciones de figuras públicas que han logrado convertirse en los enemigos número uno de la audiencia, aunque a veces sin quererlo.
Por ejemplo, tenemos el caso de Amy Schumer, quien comenzó su carrera como un referente del humor irreverente .
Pero Amy no está sola. Otro ejemplo es Lily Singh, quien tras saltar de YouTube a la televisión, pensó que sus bromas sobre su género, color de piel y sexualidad serían la clave del éxito. Sin embargo, el intento de ser "empoderada" rápidamente se convirtió en una fuente de críticas por ser repetitiva y carente de frescura. Como si fuera poco, cuando las críticas llegaron, en lugar de reflexionar, siguió defendiendo su "visión", lo que solo la hundió más.
Y, por si fuera poco, tenemos a la famosísima Ellen DeGeneres, quien pasó de ser una querida comediante y presentadora a ser una de las figuras más polémicas del entretenimiento. Las historias sobre su trato despectivo hacia el personal de su programa y su comportamiento arrogante la hicieron perder la simpatía de muchos. La gota que colmó el vaso fue su actitud hacia invitados como Taylor Swift, a quienes hacía sentir incómodos o vulnerables.
¿Qué tienen en común estas figuras? Que olvidaron lo más importante: el respeto al público. Ser polémico o atrevido puede tener su lugar, pero cuando todo lo que haces está cargado de ego, falta de ética y, sobre todo, sin pensar en los demás, las consecuencias no tardan en llegar. Las redes sociales amplifican lo bueno y lo malo, y lo que alguna vez fue gracioso puede convertirse en una tragedia pública.
Así que, si alguna vez te has preguntado cómo ser odiado en internet, ya sabes la respuesta: ignora las críticas, no aprendas de tus errores y, sobre todo, no seas genuino con tu público.