Solía creer que cuando alguien te hace daño, lo mejor es alejarte y cortar comunicaciones completamente, pero después de un tiempo me di cuenta de que eso solo me hacía sentir más miserable, que me lastimaba más a mí que a esa persona, fue así como descubrí qué hay que perdonar para poder avanzar.
Hay una historia que dice algo así; un día la tristeza y la furia estaban bañándose en un lago, la furia, como siempre, terminó primero, porque así es la furia, hace todo rápido y sin pensar, es por eso que cuando salió, accidentalmente se llevó la ropa de tristeza .
Cuando esta otra salió, no le quedó de otra y se puso la ropa de furia... Cuenta la leyenda que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, podemos ver que detrás de la ropa de furia, está la tristeza.
Mi amor, debes soltar esa cuerda que con tanto odio has estado sosteniendo, deja ir todo eso que te juraste no perdonar, porque al final de cuentas, el que está del otro lado de aquella cuerda, eres tú, el que termina con una marca en la palma de la mano, eres tú, no ella.
Perdónala, déjate descansar; estar día y noche planeando una venganza o simplemente guardando rencor, cansa, eso lo sé más que nadie. Suéltala y te prometo que mi mano va a estar justo a un lado y yo no te voy a dejar ir.
Sí, es así. Guardase el rencor, estar con ira, con enfado, con sentimientos guardados, destruye a uno mismo, hay que soltar, hay que dejar ir.. Por el bien de uno mismo