Imagina que una noche tu mascota desaparece sin dejar rastro. No un perro o gato cualquiera, sino el animal con el que compartes tu vida, que parece irse sin razón aparente .
Lo más desconcertante es que detrás de estos secuestros no estaba una persona cualquiera, sino una mujer inmigrante de Mongolia, que actuaba con sorprendente destreza. No sólo era capaz de entrar en casas protegidas por perros enormes, sino que jamás fue mordida ni hizo ruido al llevarse a los animales. ¿Por qué lo hacía? Su motivo era tan inesperado como controversial: creía que muchos dueños maltrataban a sus mascotas al tratarlas como si fueran hijos, sometiéndolas a un amor que no entendían. Para ella, los animales estaban mejor en manos de personas que los respetaran por lo que eran, no por lo que los humanos querían que fueran.
Pero, ¿cómo logró esta mujer hacer lo impensable? Y más importante aún, ¿era su causa justa, o simplemente estaba sobrepasando los límites de lo que entendemos como propiedad y moral? Los niños que perdieron a sus mascotas tuvieron que enfrentarse a esta realidad cuando se encontraron con sus perros en Arizona, en una desgarradora confrontación que llevó a todos a replantearse la naturaleza de este insólito "rescate".