El lado oscuro del comercio clandestino en china
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Imagina por un momento lo impensable: una mujer que decide enviar a una recién nacida dentro de un paquete, con la esperanza de que nadie lo descubra. Su destino: una ciudad en China, donde el comercio ilegal de productos cosméticos se mezcla con prácticas horribles que involucran bebés, sin que el mundo se detenga a tomar conciencia .

Este es solo el principio de una realidad mucho más perturbadora que ha estado ocurriendo en las sombras.


Este relato comienza en la ciudad de Fusou, donde una mujer intentó enviar a un bebé dentro de una bolsa sellada, con la intención de que llegara a un destino aún más siniestro. Aunque la mujer intentó sobornar al empleado postal y amenazarlo con consecuencias graves, el valiente trabajador alertó a las autoridades, evitando que el mal triunfara esta vez. Sin embargo, este caso es solo un reflejo de una industria clandestina mucho más grande que involucra la explotación de bebés para fabricar productos cosméticos de lujo.


¿Te imaginas que las personas pudieran estar comprando cosméticos hechos a partir de partes humanas, como la piel de bebés? En China, existe una creencia ancestral, no del todo erradicada, de que ciertos componentes humanos tienen propiedades rejuvenecedoras. La piel de un bebé, en particular, es considerada por algunos como el elixir de la juventud. De hecho, este fenómeno ha dado lugar a una industria secreta donde bebés, lamentablemente, se ven atrapados en un negocio macabro que pone sus vidas en grave peligro.


Lo que es aún más aterrador es que este comercio no es aislado ni excepcional. La señora Luo, la mujer que intentó enviar a la bebé, no es la única. Hay miles de personas en China que se dedican a este comercio ilegal, transportando bebés vivos o muertos, con la intención de utilizarlos como materia prima para productos cosméticos extremadamente caros. Lo peor es que esto ocurre bajo la mirada indiferente de las autoridades, en una economía informal donde la corrupción y la falta de control permiten que estas prácticas horrendas se sigan llevando a cabo con impunidad.


El negocio es tan lucrativo que incluso algunos consumidores, sabiendo exactamente qué están comprando, pagan grandes sumas por productos que contienen estos ingredientes macabros. Los paquetes de estos productos son enviados sin que el sistema de correo tenga la capacidad de detectarlos. Sin rayos X ni dispositivos de control, los paquetes llegan a su destino sin ser cuestionados.


Este caso es un sombrío recordatorio de las atrocidades que pueden ocurrir cuando la corrupción, la falta de regulación y las creencias erróneas se combinan. Aunque pueda parecer una historia sacada de una película de terror, es una realidad que está ocurriendo hoy en día, donde personas inocentes son explotadas por el bien de un comercio clandestino que, al igual que la cruel cita del siglo XVII, triunfa cuando las personas buenas deciden no hacer nada.

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