La risa, ese fenómeno tan humano y tan universal, es mucho más compleja de lo que parece. Pero, ¿por qué sucede? ¿De dónde proviene este curioso comportamiento?
Aunque no hay registros arqueológicos que nos den pistas claras, los científicos tienen varias teorías .
La risa humana es contagiosa, algo que está profundamente enraizado en nuestra biología. Escuchar a alguien reír activa partes específicas de nuestro cerebro, lo que puede inducirnos a reír también. De hecho, estudios han demostrado que reímos más cuando estamos acompañados, incluso si la diversión que sentimos es la misma. Es como si nuestra risa fuera un puente emocional, invitando a los demás a compartir nuestro estado de ánimo. Y más allá de lo social, la risa tiene beneficios para la salud. Al reír, liberamos endorfinas, esas hormonas del bienestar, mientras reducimos el cortisol, la hormona del estrés. Algunas investigaciones sugieren que las personas que ríen más tienen una mejor salud cardiovascular y enfrentan el estrés con mayor eficacia.
La risa también tiene un componente evolutivo, pues no solo facilita la interacción social, sino que actúa como un mecanismo de autocuidado. Así, lejos de ser solo un acto físico, la risa se ha convertido en una herramienta esencial en nuestras vidas, que no solo fortalece los lazos afectivos, sino que también mejora nuestra calidad de vida. Y aunque hay momentos en los que la risa puede ser inapropiada o incluso dolorosa, como cuando tenemos una costilla rota, en general, no hay duda de que una buena carcajada es un remedio poderoso para lo cotidiano.