Instagram es tóxico
Hace 22 horas
Tiempo de lectura aprox. :
3 min.
0 votos

¿Alguna vez te has sentido mal contigo mismo después de pasar unos minutos en Instagram? No es casualidad. La app que usamos a diario para compartir nuestras vidas, en realidad, está programada para hacernos sentir inferiores .

Cada vez que abres la aplicación, te sumerges en un mar de vidas perfectas, viajes de ensueño, cuerpos esculpidos y momentos que parecen sacados de un catálogo. Pero, ¿realmente son así? No. La realidad es que la mayoría de las personas que ves ahí están viviendo en una burbuja creada solo para venderte una idea de éxito que, en muchos casos, es completamente falsa.


Instagram se ha convertido en una fábrica de autoestima rota, donde nuestra felicidad depende de la validación que recibimos a través de un "me gusta". Si nuestra foto no recibe suficientes interacciones, nos sentimos vacíos, como si nuestra existencia no valiera nada. Y lo peor es que estamos atrapados en ese ciclo. Cada vez que subimos algo, esperamos ese refuerzo instantáneo de dopamina, como si fuera una droga, pero cuando no llega, nos hundimos en la ansiedad. ¿Te has dado cuenta de que nos estamos volviendo adictos al simple hecho de ser aprobados por extraños? Es un círculo vicioso que parece no tener fin.


Pero eso no es todo. Mientras nosotros nos ahogamos en esa comparación constante, los influencers y las marcas nos venden sueños inalcanzables. Vidas perfectas, productos milagrosos, objetos de lujo que supuestamente mejorarán nuestra vida. Lo que no nos dicen es que todo lo que muestran es solo un espectáculo bien coreografiado. Aquella influencer tomando café en un loft de lujo probablemente no esté disfrutando de la vida que muestra, y mucho menos el multimillonario de Instagram con su Lamborghini y sus consejos financieros.


La presión por tener lo "último" nos está destruyendo, no solo emocionalmente, sino también financieramente. La obsesión por tener el iPhone más caro, por usar ropa de diseñador, por publicar en las terrazas más chic... ¿y para qué? Para que los demás nos vean como "exitosos". Pero esa es la trampa: nos hacen creer que esas cosas definen nuestro valor, cuando en realidad, no son más que símbolos vacíos que solo nos alejan de nuestra verdadera felicidad.


Es hora de despertar. En lugar de seguir alimentando esa máquina que nos consume, tenemos la opción de cambiar lo que consumimos. Si dejas de seguir a esas personas que solo venden humo, si te rodeas de contenido que te haga crecer y aprender, empezarás a sentirte mejor contigo mismo. No más comparaciones ni falsas expectativas. Es momento de poner freno a ese algoritmo que nos mantiene atrapados en la rueda de la insatisfacción.

2 visitas
Valora la calidad de esta publicación
0 votos

Por favor, entra o regístrate para responder a esta publicación.

Publicaciones relacionadas
Adimvi es mejor en su app para Android e IOS.