En el corazón de Buenos Aires, en la tranquila calle Rí Bamba al 144, se erige una casa que, a simple vista, parece ser parte del paisaje histórico de la ciudad. Sin embargo, su nombre, "La Casa de la Palmera", esconde una historia oscura que ha perdurado por generaciones, una historia marcada por tragedias, muertes inexplicables y rumores espeluznantes.
A principios del siglo XX, una poderosa viuda uruguaya de apellido Galcerán se mudó con sus seis hijos a esta imponente residencia, que debía ser un refugio de paz .
Con cada muerte, el suspenso se intensificaba. Los vecinos murmuraban, acusando a Elisa de ser la causante de la fatalidad de sus hermanos. Cuando el último de los varones falleció bajo circunstancias misteriosas, la policía comenzó a investigar, pero nunca se pudo probar la culpabilidad de Elisa. Sin embargo, el misterio no terminó ahí. Tras la última muerte, la casa quedó deshabitada, como una sombra del pasado, y Elisa se recluyó en su soledad, hasta que un día dejó de aparecer en misa. Preocupado, un sacerdote decidió visitar la casa, solo para encontrarla en un estado de abandono total, con el cadáver de Elisa en el sótano, descompuesto y olvidado por el mundo.
Lo que siguió fue aún más perturbador. La casa de la palmera permaneció vacía durante años, pero las leyendas persistieron. Los rumores de fenómenos paranormales comenzaron a circular entre los vecinos, quienes aseguraban escuchar ruidos extraños y sentir presencias invisibles dentro de sus muros. En 1997, se intentó reabrir la casa como escuela, pero los sucesos extraños se intensificaron. Los niños y profesores reportaron voces inexplicables y sensaciones de terror, al punto de que nadie quería quedarse a solas en ningún aula.
¿Es la Casa de la Palmera realmente un lugar maldito? La leyenda cuenta que al abrir las habitaciones selladas, los espíritus de los hermanos Galcerán fueron liberados, y desde entonces, su presencia persiste. Muchos creen que Elisa sigue habitando la casa, controlando los destinos de quienes se atrevan a cruzar sus puertas. La familia de los Galcerán dejó una marca indeleble en la historia de esta mansión, y su trágico legado sigue vivo en las leyendas urbanas de Buenos Aires.