Los seres humanos somos curiosos por naturaleza. Nos preguntamos sobre el universo, el sentido de la vida, el bien y el mal .
En sus inicios, la humanidad explicaba el mundo a través de mitos, relatos llenos de dioses y seres sobrenaturales. Sin embargo, hace más de 2,500 años, algo cambió: en el Mediterráneo, donde diversas culturas se encontraban, algunas personas comenzaron a cuestionar sus creencias y a buscar respuestas mediante la razón. Así nació la filosofía, el amor por la sabiduría.
Los primeros filósofos, como Tales de Mileto, intentaron comprender el mundo a través de la observación y el pensamiento lógico. No había división entre conocimiento y filosofía; todo se cuestionaba: desde el movimiento de los astros hasta la mejor forma de vivir.
Pero con el tiempo, la filosofía dio paso a un enfoque más experimental. En el siglo XIII, pensadores como Roger Bacon insistieron en que no bastaba con razonar: había que comprobar las ideas con la experiencia. Esta forma de pensar sentó las bases de lo que hoy conocemos como ciencia.
A pesar de que la ciencia evolucionó hasta convertirse en una disciplina independiente, la filosofía nunca desapareció. Mientras la ciencia responde preguntas concretas, como cuántas estrellas hay en la galaxia, la filosofía aborda cuestiones más profundas: ¿Qué es la verdad? ¿La libertad es real o una ilusión? ¿Tiene el universo un propósito?
Además, la filosofía sigue influyendo en la ciencia. El filósofo Karl Popper, por ejemplo, propuso que para que una teoría sea científica, debe poder demostrarse falsa. Este principio, llamado falsacionismo, es clave en la investigación científica actual.
Lejos de ser opuestas, filosofía y ciencia se complementan. La ciencia nos da datos y respuestas concretas; la filosofía nos ayuda a interpretar su significado y a cuestionarnos lo que aún no comprendemos. Sin la filosofía, la ciencia podría perder su rumbo.
Así que la próxima vez que te hagas una gran pregunta sobre la vida, recuerda que estás siguiendo los pasos de los primeros filósofos… y quizás, de los futuros científicos.