Hay días en los que la nostalgia llega sin avisar. Un aroma, una canción, un rincón olvidado… y de repente estás de vuelta en ese momento que creías lejano .
Sentir nostalgia no significa estar atrapado en el ayer. Es más bien una señal de que has vivido, de que has amado, de que ciertos momentos dejaron huella en ti. Es la prueba de que hay instantes que fueron tan significativos que, aunque el tiempo avance, siguen siendo parte de lo que eres. Pero, en lugar de huir de esa sensación o resistirte a ella, ¿y si la escucharas?
Pregúntate: ¿qué me está diciendo este recuerdo? ¿Qué es lo que realmente extraño? A veces, no es solo el momento lo que añoramos, sino la persona que éramos entonces. Tal vez más curiosa, más libre, más conectada con la vida. Pero esa versión de ti no se ha ido. Sigue ahí, esperando a que la redescubras.
Quizás la nostalgia es un recordatorio de algo que sigue siendo importante para ti. Si hay una etapa que recuerdas con cariño, ¿cómo podrías traer algo de esa energía a tu presente? Puede ser reencontrándote con una pasión olvidada, retomando una conversación pendiente o simplemente permitiéndote disfrutar de aquello que una vez te hacía feliz.
Y sí, a veces la nostalgia también nos invita a soltar. No para olvidar, sino para agradecer. Para reconocer que ese momento dejó su huella en ti y que ahora puedes seguir adelante con todo lo aprendido. Porque el pasado no es un sitio donde debamos quedarnos a vivir, sino un lugar al que podemos mirar con gratitud, para tomar impulso y crear nuevos recuerdos.
Cuando la nostalgia te visite, en lugar de verla como una sombra, mírala como una guía. Te está mostrando lo que ha sido valioso para ti. Y en este instante, aquí y ahora, tienes la oportunidad de seguir construyendo momentos que, algún día, también recordarás con el corazón lleno.