La meditación es una práctica milenaria que, aunque parece un concepto simple de quedarse en silencio y reflexionar, tiene un impacto profundo en nuestra mente y cuerpo. Aunque su popularidad creció en Occidente a partir de los años 70, su origen se remonta a textos hindúes antiguos y se ha expandido por distintas culturas, desde el budismo en Asia hasta ramas del islam y el cristianismo .
Los estudios científicos modernos respaldan muchos de los beneficios de la meditación. Practicarla regularmente puede reducir el estrés y la presión arterial, y tiene efectos positivos sobre la ansiedad, la depresión y el dolor. Un meta-análisis de estudios mostró que técnicas como la meditación de atención plena pueden tener efectos moderados pero notables en estos aspectos. Incluso, se ha comprobado que la meditación altera la estructura cerebral, activando áreas clave que influyen en la regulación emocional y la gestión del dolor.
Entre los beneficios más sorprendentes de la meditación está la capacidad de modificar el cerebro. Aumenta la cantidad de materia gris en áreas responsables de la memoria y la concentración, y ha demostrado mejorar la capacidad de mantener la atención y la flexibilidad cognitiva. Algunos estudios también sugieren que la meditación puede ayudar a reducir la actividad de la amígdala, el centro del cerebro relacionado con las emociones, lo que lleva a una mayor ecuanimidad y control emocional.
Más allá de los beneficios inmediatos, la meditación puede contribuir a un sentido más coherente de identidad y bienestar. Al enfocarse en el momento presente y reducir la rumiación negativa, podemos mejorar nuestra autoestima, compasión y aceptación. Además, algunos psicólogos sugieren que, en la prehistoria, la meditación pudo haber jugado un papel clave en el desarrollo de la cognición humana, ayudando a los primeros seres humanos a desarrollar habilidades como la memoria, la atención y el pensamiento simbólico.