La inteligencia artificial (IA) ha llegado para cambiar muchas industrias, pero hay un área en la que su presencia es especialmente preocupante: el arte. Desde anuncios publicitarios hasta la creación de imágenes y música, la IA ha invadido el mundo creativo de formas que, para muchos artistas, se sienten como una amenaza real .
Imagina esto: grandes compañías como Coca-Cola y Sketchers, en su afán de ahorrar costos, recurren a la IA para crear anuncios publicitarios. La idea de un “arte” producido por máquinas no es solo inquietante, es desalentadora. Estos anuncios no solo carecen de la esencia humana que caracteriza al arte auténtico, sino que presentan imágenes que, al observarlas detenidamente, parecen perturbadoras y carentes de sentido. Pero lo peor de todo es que estos anuncios no solo son malos estéticamente, sino que están reemplazando trabajos creativos que antes daban oportunidades a artistas, diseñadores y creativos.
La IA no solo se queda en la creación de imágenes; ahora también está aprendiendo a replicar estilos de arte específicos, lo que ha generado una enorme preocupación entre los artistas. ¿Cómo se protege un creador si su estilo es replicado por una máquina sin su consentimiento? La creación de arte por IA es barata, rápida y, en muchos casos, de calidad inferior. Sin embargo, la industria parece estar dispuesta a sacrificar la autenticidad y la originalidad en favor de la eficiencia. Esto no solo afecta a los artistas individuales, sino que también pone en peligro a los creativos de todas las industrias.
La triste realidad es que la IA está tomando decisiones basadas únicamente en la rentabilidad, lo que lleva a los grandes conglomerados a utilizarla para reemplazar a los artistas humanos. ¿El resultado? Un arte frío, impersonal, y deshumanizado, pero que aún así genera ganancias. Y mientras esto ocurre, los artistas ven cómo se les arrebatan oportunidades de trabajo, sin poder competir contra la velocidad y bajo costo de la IA.
Lo más alarmante es que, a pesar de los esfuerzos por proteger el arte humano, las leyes no están preparadas para enfrentar este nuevo desafío. Los sistemas legales tardan en adaptarse a las nuevas realidades tecnológicas, dejando a los artistas a merced de los grandes intereses comerciales. Además, los artistas no tienen los recursos económicos para enfrentarse en batallas legales costosas.