La mayoría de las personas solo piensan en dos finales posibles para la evolución de la inteligencia artificial: uno en el que la IA se convierte en una herramienta útil, pero nunca llega a superarnos, y otro en el que la IA toma el control y nos destruye, como en las películas. Pero, ¿y si te dijera que existe una tercera opción que ya está comenzando a tomar forma?
Hace más de una década, en 2010, las primeras víctimas del avance de la inteligencia artificial fueron trabajos simples como el de Jim, un recién graduado que comenzó como operador de datos .
Sin embargo, esto fue solo el comienzo. A medida que la IA evolucionó, llegó una segunda etapa: la capacidad de comprender el contexto y retener información. En esta fase, asistente virtuales como Siri o Google Assistant eliminaron puestos de trabajo administrativos. Al principio, la idea de que la IA afectara a los trabajos creativos parecía lejana, pero en la tercera etapa, la IA comenzó a especializarse en campos específicos. Fue en este punto cuando la IA derrotó a los campeones de Go, un juego estratégico, demostrando su capacidad para procesar información compleja y hacer mejores decisiones que los humanos.
Pero, ¿cómo nos afectará esto a todos? A medida que la inteligencia artificial se hizo más avanzada, los trabajos de investigación, técnicos e incluso creativos, como escritores y diseñadores, comenzaron a ser reemplazados por IA especializada. Y lo que parecía impensable, llegó: la IA comenzó a tomar decisiones lógicas y a crear arte, música y hasta escribir historias de manera tan eficiente que desplazó a los trabajadores más jóvenes en agencias creativas.
La cuarta fase llegó con la inteligencia artificial general, o AGI. A partir de 2030, esta IA no solo alcanzó niveles de creatividad, sino que los trabajos de ingenieros, científicos y analistas también fueron reemplazados por su habilidad para analizar y procesar datos de manera superior a cualquier ser humano. En solo unos meses, el 80% de los trabajos fueron reemplazados, y mientras el mundo celebraba un ingreso básico universal, surgió un nuevo desafío: ¿qué hacen las personas con tanto tiempo libre? Muchos se perdieron en la complacencia de entretenimiento y consumo, sin darse cuenta de que lo que había sido reemplazado no era solo la fuerza laboral, sino también su propósito.