Imagina que te encuentras frente a la oportunidad de salvar tu vida, pero la puerta se cierra solo por ser diferente. Esto es exactamente lo que le ocurrió a Paul Corby, un joven de 23 años con una afección cardíaca grave que lleva consigo desde su nacimiento .
La decisión del hospital de rechazar a Paul no es simplemente una cuestión médica, sino una cuestión ética que pone en tela de juicio la verdadera naturaleza de la discriminación. Según los médicos, Paul no cumple con los requisitos para someterse a un trasplante debido a su condición autista. La doctora a cargo de su caso argumentó que los problemas psiquiátricos, la complejidad del proceso y la reacción impredecible a los medicamentos podrían poner en peligro su supervivencia. Pero, ¿realmente el autismo debe ser considerado una barrera para acceder a la vida?
Es importante destacar que el autismo no es una enfermedad mental, sino una condición que afecta a la manera en que una persona interactúa con el mundo. Sin embargo, esta diferencia parece no haber sido tomada en cuenta en la decisión médica. En lugar de evaluar a Paul en función de su salud general, los médicos basaron su rechazo únicamente en su condición y en su capacidad para seguir un régimen médico postoperatorio.
La madre de Paul, Karen Corby, no se quedó callada ante esta injusticia. Luchó por su hijo, buscando apoyo en plataformas como Change.org y llevando el caso a la opinión pública para exigir que se reconsiderara la decisión. "¿Dónde empieza y termina la discriminación?", se pregunta Karen, una reflexión que resuena con fuerza en muchos corazones.
Este caso no es único. En otros momentos, pacientes con discapacidades han enfrentado decisiones similares, como el caso de Amelia River, una niña de 3 años que casi pierde la oportunidad de recibir un trasplante de riñón debido a su discapacidad mental. Afortunadamente, gracias al apoyo público, su familia logró que se reconsiderara el caso y Amelia recibió el trasplante. Pero, ¿y Paul? A pesar de la amplia discusión sobre el caso, la falta de información actualizada deja una nube de incertidumbre sobre su destino.
Este dilema plantea una serie de preguntas éticas sobre cómo los sistemas médicos toman decisiones de vida o muerte, sobre cómo la discriminación puede camuflarse detrás de justificaciones técnicas y sobre cómo, a veces, el sistema parece valorar más los números y los "perfiles ideales" que las vidas humanas. Paul, que no pide más que una oportunidad para salvar su vida, ahora se enfrenta a un dilema más profundo: ¿es su vida menos valiosa que la de una persona sin autismo?