Vivimos en una época donde la comodidad nos consume, la pasividad nos domina y la tecnología nos ha hecho olvidar el poder de la acción. Nos hemos convertido en meros espectadores de nuestra propia vida, creyendo que el placer inmediato es la clave de la felicidad, cuando en realidad, nos hundimos más en la insatisfacción y el vacío.
La razón es simple: hemos dejado de actuar. Pensamos demasiado, nos paralizamos ante el miedo y nos convencemos de que está bien conformarse con lo mínimo .
Cada decisión que evitamos, cada miedo que no enfrentamos y cada meta que postergamos nos alejan de la grandeza que podríamos alcanzar. No es la vida la que nos quita las ganas de vivir, somos nosotros quienes apagamos nuestro propio fuego.
El verdadero antídoto contra la insatisfacción es lanzarse al agua, es atreverse a hacer lo que sabemos que debemos hacer. Sí, dolerá. Sí, habrá sacrificios. Pero cada paso que demos nos acercará a la mejor versión de nosotros mismos.
La historia no la escriben los que esperan. La vida no tiene segundas oportunidades. O tomas acción ahora, o verás cómo se desmorona lo que pudo haber sido tu mejor historia.