"La carta que nunca envié"

Había una vez, en una ciudad donde las luces del atardecer pintaban de naranja las calles empedradas, una joven llamada Clara. Ella era de aquellas personas que creían que el amor era algo que sucedía solo una vez en la vida, un encuentro fortuito que te dejaba sin aliento y cambiaba el curso de tus días .

Clara trabajaba como bibliotecaria en una pequeña librería, rodeada de historias de amor, aventuras y desengaños, pero nunca había vivido uno propio. Pasaba los días entre libros y clientes, pero su corazón siempre parecía estar esperando algo que no llegaba.

Una tarde, mientras revisaba un viejo estante lleno de libros polvorientos, encontró una carta amarillenta, cuidadosamente guardada entre las páginas de una novela de poesía. La carta no tenía remitente ni destinatario, pero estaba llena de palabras que hablaban de un amor profundo y sincero.

"Mi querida,
Desde el momento en que te vi, supe que mi vida nunca volvería a ser la misma. Hay algo en tus ojos, algo en la forma en que te mueves por el mundo, que me tiene cautivo. Me he quedado callado, observándote, temeroso de interrumpir el delicado curso de lo que ya es perfecto. Pero mi corazón me grita que no debo esperar más.
¿Alguna vez sentirás lo mismo por mí?
Con todo mi amor,
Un admirador silencioso.**"

Clara, tocada por esas palabras, se sintió extrañamente conectada con la persona que había escrito esa carta. Había algo tan genuino en esas palabras, tan lleno de emoción y sinceridad, que no pudo evitar preguntarse quién podría haberlas escrito.

Al día siguiente, Clara comenzó a buscar pistas. Revisitó el estante, la misma novela, pero no encontró más que silencio. Decidió entonces, que tal vez nunca sabría la identidad del autor, pero le pareció que esa carta merecía una respuesta, aunque fuera escrita para sí misma.

Escribió una carta en su propio corazón, una carta en la que expresaba todo lo que siempre había soñado decirle a alguien especial, pero que nunca había tenido el valor de compartir.

"Querido desconocido,
Si alguna vez supieras que, aunque no te vi, siento que te conozco. Creo que este amor se escribe en cada palabra que nunca dije y en cada gesto que nunca tuve el valor de mostrar. Y si alguna vez nuestros destinos se cruzan, quiero que sepas que te esperaré.
Con cariño,
Clara.**"

Esa noche, mientras caminaba hacia su casa, Clara sintió una brisa suave acariciando su rostro. Miró al cielo, y por un momento, el mundo pareció detenerse. De repente, entre la multitud de personas que cruzaban la plaza, sus ojos se encontraron con los de un joven que pasaba. No fue una mirada cualquiera. Fue una mirada profunda, serena y llena de un sentimiento inexplicable.

Se detuvo, y en su mente, algo encajó. Ella lo reconoció, no como un rostro familiar, sino como alguien que había estado presente en sus pensamientos, como si sus almas ya se hubieran cruzado en algún rincón invisible del universo. El joven le sonrió tímidamente.

"Hola", dijo él, con una voz suave pero llena de cariño. "Creo que nos conocemos, aunque no sé de qué."

Clara sonrió, y sus ojos brillaron. "Tal vez nos hemos estado esperando", respondió ella.

Y así, sin decir una palabra más, caminaron juntos hacia el atardecer, mientras el viento les susurraba que el amor, a veces, solo necesitaba un pequeño empujón del destino para comenzar.

La carta nunca fue enviada, pero en algún lugar, en algún tiempo, el amor encontró su camino.

Fin.

Este cuento habla sobre el amor que llega en el momento perfecto, incluso cuando no lo esperas. La carta, aunque nunca enviada, sirve como un recordatorio de que los sentimientos más profundos pueden estar ocultos en el corazón, esperando a ser compartidos.