los fantasmas
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En un pequeño pueblo rodeado de bosques oscuros y montañas, había una vieja mansión que se erguía solitaria, desmoronada por el paso del tiempo. Los aldeanos la llamaban la Casa de los Fantasmas, y nadie se atrevía a acercarse a ella, pues se decía que estaba habitada por espíritus que rondaban sus pasillos en busca de descanso.

La historia de la mansión se remontaba a generaciones atrás .

Un noble que había vivido allí, el señor de la casa, había cometido terribles actos de crueldad. Se rumoraba que había encerrado a quienes se oponían a él en las habitaciones más oscuras y, por ello, sus almas nunca encontraron paz. Desde su muerte, las luces extrañas y los ruidos extraños empezaron a emerger cada noche, y las sombras que se deslizaban por las ventanas dejaron claro que la mansión estaba lejos de estar vacía.

Sin embargo, una joven llamada Clara, recién llegada al pueblo, no creía en esas historias. Decidió que investigaría por su cuenta y desvelaría la verdad. Nadie la apoyó, todos intentaron disuadirla, pero Clara estaba decidida.

Una tarde gris de otoño, cuando el viento susurraba entre los árboles, Clara se acercó a la mansión. El crujir de la madera y el eco de sus pasos en los pasillos desiertos la hicieron sentir una extraña mezcla de miedo y curiosidad. Caminó por los largos corredores, observando las habitaciones cubiertas de polvo y telarañas. Era un lugar sombrío, pero nada que no pudiera soportar.

En un rincón del gran salón, encontró un retrato antiguo del noble, cuya mirada severa parecía seguirla. En ese momento, escuchó un susurro, débil pero claro: "¿Por qué estás aquí?"

Clara, con el corazón latiendo rápidamente, miró a su alrededor, pero no vio a nadie. El susurro parecía venir de las paredes mismas, de los pisos, de la casa. La joven no se dejó intimidar. "Vine a entender", respondió en voz baja, "a entender por qué todavía están aquí."

Y en ese instante, algo cambió. Un frío repentino llenó la habitación, y las sombras parecieron moverse con vida propia. De repente, una figura apareció ante ella, transparente y luminosa, como si fuera de niebla. Clara sintió que su corazón se detenía, pero, en lugar de huir, dio un paso hacia adelante.

"Soy uno de los espíritus atrapados aquí", dijo la figura, con voz triste. "La mansión fue construida sobre secretos oscuros, y mi alma, como la de muchos otros, no ha encontrado descanso debido a los actos de injusticia que presenciamos."

Clara escuchó en silencio mientras el espíritu le relataba cómo el noble había causado sufrimiento, cómo sus acciones habían condenado a tantas almas a quedar atrapadas en esa mansión, condenadas a vagar sin paz. "Necesitamos ser liberados, pero para eso debes comprender lo que ocurrió aquí", continuó el espíritu. "Si no enfrentas la verdad, seguiremos aquí por siempre."

Clara decidió quedarse durante la noche, decidida a ayudar a los espíritus a encontrar la paz. Recorrió la mansión, aprendió sobre las historias olvidadas y los actos terribles cometidos por el noble. A medida que lo hacía, los fantasmas que rondaban la casa comenzaron a mostrarse, cada uno con su propia historia de dolor y sufrimiento.

Al amanecer, Clara, armada con todo lo que había aprendido, organizó una ceremonia para liberar a las almas atrapadas. Con respeto, habló en voz alta sobre las injusticias cometidas y pidió perdón en nombre de todos aquellos que habían causado el sufrimiento de los espíritus. Mientras lo hacía, un resplandor cálido comenzó a llenar la mansión, y los fantasmas, con una expresión de alivio en sus rostros, comenzaron a desvanecerse poco a poco, como si finalmente hubieran encontrado la paz.

La mansión, que había estado envuelta en sombras y terror durante tanto tiempo, se quedó en silencio. Clara salió al amanecer, con el corazón liviano, sabiendo que había hecho algo importante. Los aldeanos, que la habían temido, ahora comprendían que los fantasmas no solo existían como presencias aterradoras, sino como almas que necesitaban ser entendidas y liberadas.













Y así, la Casa de los Fantasmas ya no fue un lugar de horror, sino un símbolo de la importancia de enfrentar las sombras del pasado, para que las almas puedan descansar en paz.

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