Luciana Barroso era una joven camarera argentina de veinte años, madre soltera que había sido abandonada por el padre de su única hija. En Estados Unidos, luchaba día a día para llegar a fin de mes.
Una noche, mientras trabajaba detrás del mostrador, un joven se le acercó con una petición inusual:
—¿Puedo quedarme aquí contigo un momento? Necesito esconderme.
Confundida, Luciana lo miró con curiosidad, y él le explicó que era actor y que en el restaurante había periodistas y personas que lo habían reconocido .
Luciana, sin tener idea de quién era, le sonrió y le respondió con naturalidad:
—Puedes quedarte, pero al menos tienes que ser útil.
El joven no dudó en aceptar la condición. Se arremangó la camisa y comenzó a ayudarla a preparar cócteles, atender a los clientes e incluso lavar platos. Entre risas y charlas, la noche pasó rápidamente.
Al final del turno, cuando ella se disponía a marcharse, le preguntó su nombre.
—Matt Damon —respondió él con una sonrisa.
Aquella inesperada noche marcó el inicio de una historia de amor que continúa hasta hoy. Llevan dieciocho años casados y tienen cuatro hijas; él también adoptó a la mayor de Luciana.