En el Antiguo Egipto, las mujeres gozaban de más derechos en comparación con otras civilizaciones de la época. Podían poseer tierras, comerciar y, en algunos casos, ejercer el poder .
Por otro lado, en Mesopotamia, las mujeres tenían un rol más restringido. Aunque algunas lograban ser sacerdotisas o comerciantes, la mayoría estaba supeditada a la autoridad masculina. El Código de Hammurabi reflejaba esta desigualdad al establecer leyes más severas para las mujeres que para los hombres en muchos aspectos.
En la Grecia Clásica, las mujeres tenían pocas libertades, especialmente en Atenas, donde no podían participar en la política ni acceder a la educación formal. Sin embargo, en Esparta, tenían más derechos, incluyendo la posibilidad de recibir entrenamiento físico y administrar propiedades.
En Roma, aunque las mujeres no podían votar ni ocupar cargos políticos, muchas lograron influencia a través de sus familias. Un ejemplo destacado es Livia Drusila, esposa del emperador Augusto, quien ejerció un papel clave en la política romana.