Si bien el transhumanismo ofrece un futuro lleno de posibilidades, también plantea dilemas éticos y riesgos significativos.
Si solo los más ricos pueden acceder a mejoras genéticas o cibernéticas, la brecha entre clases sociales podría aumentar dramáticamente, creando una élite de "superhumanos" y dejando atrás a quienes no puedan permitirse tales avances.
Si modificamos demasiado nuestra biología, ¿seguiremos siendo humanos o nos convertiremos en una nueva especie posthumana? Algunos temen que, al fusionarnos con la tecnología, podamos perder nuestra esencia y valores fundamentales.
El desarrollo de una superinteligencia artificial que supere la capacidad humana podría llevar a escenarios difíciles de predecir, incluso a una posible pérdida de control sobre nuestras propias creaciones.
El uso de la ingeniería genética para mejorar a los humanos plantea el riesgo de que se creen estándares de "perfección" que puedan llevar a nuevas formas de discriminación y exclusión.