Renacer entre las llamas✨?

La lluvia caía a cántaros aquella tarde, como si el cielo llorara por lo que había sucedido. Alicia caminaba por las calles vacías, con los hombros encorvados y el alma rota .

Hace tan solo unas semanas, su vida era un carril recto, sin sorpresas, sin giros inesperados. Tenía un trabajo que amaba, una familia que la apoyaba, y sueños que parecían al alcance de su mano. Pero en un abrir y cerrar de ojos, todo se desmoronó.

Una pérdida inesperada, una puerta cerrada, y en su lugar, un vacío profundo que la consumía. Su mundo había quedado en ruinas, tal como las cenizas que dejan un incendio. Alicia ya no reconocía la persona que la miraba en el espejo. La alegría había desaparecido, y la tristeza la había convertido en una sombra, sin fuerzas para levantarse.

El tiempo pasó, y aunque sus días se alargaban, sus pasos seguían siendo inciertos, como si caminara en un terreno desconocido. Nadie lo sabía, pero dentro de ella, las dudas crecían. ¿Qué hacía aquí? ¿Quién era ella ahora? Las preguntas eran muchas y las respuestas pocas. A veces, se sentaba en su pequeño apartamento, rodeada de silencio, y se preguntaba si alguna vez volvería a encontrar su camino.

Una noche, después de otro día largo de sentir que estaba caminando en círculos, Alicia se tumbó en el suelo y cerró los ojos, permitiendo que la oscuridad la envolviera. En ese espacio vacío, algo comenzó a cambiar. No fue de inmediato, no fue una revelación grandiosa, pero fue una chispa diminuta que despertó algo dentro de ella. Recordó quién había sido antes de la tormenta, recordó sus sueños, sus pasiones. Se dio cuenta de que, aunque el fuego había destruido su mundo, las cenizas no eran el final; eran el comienzo de algo nuevo.

Pasaron los días y Alicia decidió dar el primer paso. No fue fácil, y no fue rápido. Hubo momentos de duda, caídas y retrocesos. Pero ella empezó a reconstruirse, poco a poco. Se inscribió en un curso de fotografía, algo que siempre había querido hacer pero nunca se había atrevido. Tomó pequeños riesgos: comenzó a conocer nuevas personas, aceptó invitaciones que antes hubiera rechazado. Empezó a comprender que su vida no tenía por qué ser lo que había sido, sino lo que ella decidiera que fuera.

Cada día que pasaba, el dolor disminuía un poco, y la esperanza, como una llama tímida, comenzó a crecer. Alicia no solo resurgió de las cenizas, sino que se dio cuenta de que aquellas cenizas no la definían; ella decidía lo que hacer con ellas. No importaba cuántas veces había caído, lo importante era que siempre podía levantarse.

Finalmente, un año después, Alicia sonrió frente al espejo. No era la misma chica de antes, pero había encontrado una versión más fuerte, más valiente, y mucho más sabia de sí misma. Ella sabía que las cenizas nunca desaparecerían por completo, pero también entendió que, a veces, lo que parece destruirte es solo lo que te prepara para volar más alto.

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