Más allá del horizonte: El despertar de Ana?✨

Desde pequeña, Ana siempre había sentido que no era suficiente. Aunque sus compañeros de clase destacaban en deportes, arte o incluso en la música, ella nunca se consideró especialmente talentosa en nada .

De hecho, pensaba que la vida le había dado solo limitaciones, y todo lo que intentaba parecía no ser lo suficientemente bueno.

A medida que crecía, esta sensación se volvía más fuerte. En la escuela secundaria, se inscribió en deportes, pero rápidamente abandonaba al darse cuenta de que nunca era la mejor. Intentó aprender a tocar la guitarra, pero el sonido desafinado de las cuerdas la frustraba. Cuando comenzó la universidad, eligió una carrera que pensó que era "segura", pero pronto descubrió que no era lo que realmente quería hacer.

Un día, mientras caminaba por el parque, vio a un grupo de chicas corriendo. Una de ellas, una chica que no parecía tan diferente de ella, la miró y le sonrió al pasar. Esa sonrisa fue como un destello en medio de la oscuridad de sus pensamientos. Algo despertó en Ana. ¿Por qué no intentarlo de nuevo? ¿Por qué seguir pensando que no podía si nunca lo había intentado lo suficiente?

Ana se inscribió en un club de atletismo. Al principio, no pudo correr ni unos pocos metros sin quedarse sin aliento. Cada vez que sentía que no podía más, pensaba en todas las veces que había dejado las cosas a mitad de camino. Esta vez, decidió que no iba a rendirse. Fue entonces cuando comprendió que sus límites no estaban definidos por su capacidad física, sino por la manera en que veía las cosas. Tenía que cambiar su forma de pensar.

Cada mañana, Ana se levantaba antes del amanecer. Corrió, trotó y, a veces, caminó. Al principio, solo podía dar unos pocos pasos, pero lo hacía cada día, y poco a poco, los pasos se convirtieron en kilómetros. No solo su cuerpo comenzó a cambiar, sino también su mente. Aprendió a enfocarse en lo que podía hacer, no en lo que no podía.

Al cabo de un año, Ana participó en su primer maratón. Aunque no ganó, cruzó la línea de meta con una sonrisa de satisfacción en su rostro. Esa sonrisa no era por haber llegado antes que los demás, sino porque había vencido la mayor batalla de todas: la lucha contra sus propios límites.

En ese momento, Ana comprendió que no importaba cuánto talento tuviera o cuánto se comparara con los demás. Su verdadero logro fue descubrir que sus límites no eran reales, solo existían en su mente. Y con eso, había aprendido a no rendirse nunca.

Por favor, entra o regístrate para responder a esta publicación.

Etiquetas más populares