Todos creemos que los ancianos y las ancianas son gente que necesita compañía, cuando la familia se desentiende de ellos y ellas por falta de tiempo a causa de los motivos que sean. Suena un poco fuerte, pero es una de las cosas que nos vienen a la mente cuando vemos a alguien que nos suele inspirar ternura entre las personas de la 3ª edad y a mí me ha hecho recordar porqué tenia a este sector de la población como penúltima opción para trabajar, ya que, prefiero estar con niños .



Todo empezó a finales de junio, cuando entré en el establecimiento donde me suelo hacer las fotos de tamaño carnet para las matrículas de los cursos que he estudiado o que estudio (actualmente voy a cursar 2º de Integración Social), donde la fotógrafa me comentó que había una señora que estaba buscando a una persona para cuidarla en su casa de campo durante el verano.

Cuando la conocí, mi primera impresión sobre ella fue la de una señora simpática, cariñosa y que no me iba a dar ningún problema a la hora de cuidarla.

Dos días después, fui a verla con mi perro a su casa para hablar sobre el día que iríamos, el de la vuelta y no me puso ningún problema a la hora de llevar el perro. También me comentó que podía llevarme algún libro para leer, lo cual me hizo pensar que tenía varios libros en mi portátil y me lo iba a llevar a esa casa.

La primera semana y pese a haberle repetido bastantes veces que no se dejara la puerta abierta porque el perro se podía escapar, ignoró mi consejo, y el perro se escapó en dos ocasiones. Por una parte decía que no sabía que el perro daba tanta faena y por la otra yo estuve muy preocupada por mi mascota, tanto que en la segunda vez, le dije que si no aparecía mi perro yo dejaba el trabajo - por suerte, él supo volver las dos veces-. Aparte, me decía que no me veía como cuidadora de personas ancianas, yo me limité a responder que es uno de los sectores de los que se encarga el Técnico o la Técnica en Atención a personas en situación de dependencia , y que una persona no siempre trabaja de lo que quiere, sino de lo que puede o encuentra.

Sé que si me hubieran dado la beca para trabajar en el centro ocupacional, no hubiera estado con ella y hubiera sido más feliz, porque esas personas saben ser agradecidas y querer a los monitores.

Aquí no acaba mi experiencia, durante estas tres semanas, no parábamos de discutir porque ella quería mandar de mi horario, ya que, según ella yo debería levantarme a la misma hora que ella y no madrugar. Esto significaba que no tendría tiempo para hacer las tareas de la casa, antes de que ella se levantara y tendríamos más broncas, cómo ya pasó un día que no me dio tiempo a barrer las hojas del patio por estar arreglando y regando las plantas, además de hacer la colada.

Y no sólo discutíamos por mi horario, sino que después de comer -cuando más sol y calor hace- quería que le hiciera compañía bajo los árboles, cuando yo quería leer y estar dentro de casa, pues ya estaba desde las 7:30 hasta las 11:00 en el jardín haciendo cosas. En varias ocasiones, me dijo que no debería haber llevado el ordenador y yo trataba de ignorarla, pues ella misma me dijo que podía llevarme libros - y los míos están en el portátil-.

Hacía días que no le decía nada cuando intentaba ponerme de mal humor, para empezar una discusión. Me callé y aguanté bastantes cosas, hasta que el lunes estallé porque le vi barrer y quería que se estuviera quieta. Se pasaba los días despreciando mi trabajo, el cual según ella era insuficiente para todo lo que hacía por la mañana y que debería supervisarla por si caía mientras arreglaba el jardín.

El lunes, después de callar y aguantar todo lo que pensaba para no entrar en disputas, estallé y le solté que estaba harta de cómo me trataba: siempre comparándome con la cuidadora que tiene en el pueblo, no agradeciendo que haga las labores de la casa mientras duerme o ve la tele por la mañana, ni de que le cocine la comida a mediodía o le prepare la cena.

Estaba tan encendida, que cuando me exigió que le hiciera la cena, me negué varias veces. Al verme poner las maletas y las cosas en la entrada de la casa, cogió una silla y se puso delante de la puerta amenazando que no me dejaría salir hasta que viniera mi padre - la aparté de la puerta y lo saqué todo de allí. Cayó al suelo y se puso a insultarme y a pedirme que la levantara, - le ayudé a levantarse -, y empezó a hacerse la víctima como todos los días que buscaba bronca.
Le acerqué una silla para que se sentara, pero no quise seguir el juego en el que me quería meter preguntándome en qué me había faltado al respeto.

Si vuelvo, no es por ella, sino por acabar el mes y cobrar. Tal y como le contesté cuando me dijo que el próximo año subiría con ella a su casa de la montaña: "Sólo espero que me salga un empleo en la ciudad dónde voy a vivir. "

Moraleja: No todos los ancianos necesitan de un cuidado a domicilio, pues las cuidadoras no te dejan en la estacada si las tratas bien - más bien al contrario, se quedan- . Si la persona usuaria del servicio no está en plenas facultades para reconocer que a ciertas horas del día - de 12:00 a 17:00 más o menos- no es tiempo de estar en la calle y no atiende a tus consejos, la responsabilidad no es toda nuestra.

Nunca hagas comparaciones entre personas, porque es una forma de hundir a la persona que te está cuidando y que va a hacer que no quiera saber de ti. Sólo respétala y reconoce el trabajo que está realizando por tu bienestar, cediéndole un tiempo para que se relaje leyendo, escuchando música o lo que le plazca, porque no es lo mismo pasar 8 horas al día con alguien -y no son continuadas-, que estar un día entero con esa persona.



El autoestima está por encima de lo que te diga tu usuario: Si no estás de acuerdo con el trato recibido, abandona el puesto de trabajo, pues antes está tu salud que una persona que no te valora.