Comer con demasiada frecuencia: Cada vez que comemos nuestro cuerpo produce insulina, y si se estimula constantemente, puede dificultar la pérdida de grasa. Mejor calidad, menor frecuencia.
Dormir menos de 7-8 horas por noche: La falta de sueño altera terriblemente las hormonas del hambre, aumenta el cortisol y favorece la acumulación de grasa, sobre todo en la zona abdominal.
Comer distraída mirando el celular o la televisión: Esto me hacía comer más rápido, no detectar las señales de saciedad y terminar consumiendo de ams sin siquiera disfrutarlo.
Exponerme demasiado a la luz artificial en la noche: La luz azul de las pantallas afecta la producción de melatonina, lo que interfiere con el sueño y el equilibrio hormonal, y muchas más cosas.
No exponerme al sol: La vitamina D es esencial para el metabolismo, el equilibrio hormonal y el estado de ánimo.
Esconderse de ella es una PÉSIMA DECISIÓN.
Caminar menos de 5,000 pasos al día: Ser sedentaria estaba reduciendo mi sensibilidad a la insulina y ralentizando mi metabolismo, dificultando la quema de grasa.
No gestionar bien el estrés: Todas tenemos agentes estresantes en nuestra vida, pero si no los manejamos adecuadamente, el cortisol elevado puede acumular grasa abdominal, afectar la digestión y sabotear los resultados.
✨Recuerda, no es solo lo que comes, sino cómo vives lo que marca la diferencia .
Pequeños ajustes en estos hábitos pueden transformar tu salud.