En 1841, Edmond Albius, un esclavo de 12 años sin educación formal, resolvió un rompecabezas que había desconcertado a los botánicos durante años.
Creó una técnica sencilla y efectiva para polinizar manualmente las orquídeas de vainilla, haciendo posible que esta preciosa especia se extendiera por todo el mundo.
En la década de 1820, los colonos franceses trajeron la vainilla de América Latina a la isla de Reunión, donde Albius nació en 1829. Sin embargo, faltaban los insectos necesarios para la polinización, ya que sólo se encontraban en México .
Su técnica convirtió a Reunión y Madagascar en proveedores mundiales de vainilla, revolucionando la industria. Sin embargo, su increíble descubrimiento no fue reconocido en vida. Edmond Albius murió en la pobreza y el olvido, a pesar de su extraordinaria contribución a la botánica.
Hoy en día, su técnica se sigue utilizando y Madagascar es el mayor productor de vainilla del mundo. Su trabajo se considera finalmente un descubrimiento fundamental en la historia de la ciencia y la agricultura.