Contra Todo Pronóstico: La Historia de una Joven que Escribió su Propio Destino⏰?
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La lluvia golpeaba con fuerza el techo de zinc de la pequeña casa donde Daniela vivía con su madre y sus dos hermanos menores. El sonido del agua contra las láminas le recordaba la tormenta que llevaba dentro de sí mismo: un torbellino de dudas, miedo y desesperanza .
 


Desde que su padre los abandonó, su madre se vio obligada a trabajar día y noche en una fábrica de textiles, dejando a Daniela a cargo de sus hermanos. A sus 17 años, el colegio era un lujo que no podía permitirse. A veces, cuando los veía dormir con hambre, sentía que su destino ya estaba escrito: la pobreza, la frustración y la resignación.  

Pero algo dentro de ella se negaba a aceptar esa idea.  

Un día, mientras caminaba por el centro de la ciudad en busca de trabajo, vio un cartel pegado en un poste:  
**Becas para jóvenes sin recursos. Oportunidad de cambiar tu futuro.**  

El anuncio parecía un milagro. Investigó más y descubrió que se trataba de un programa que ofrecía educación y apoyo a jóvenes en situaciones difíciles. No tenía dinero ni conexiones, pero sí determinación. Con el poco tiempo libre que tenía, estudió por las noches mientras sus hermanos dormían.  

El día del examen de admisión llegó. En la sala, rodeado de decenas de jóvenes con más preparación que ella , sintió que no tenía oportunidad. Pero recordó a su madre, a sus hermanos y a su propio deseo de cambiar su destino. Respiró hondo y comenzó a responder.  

Los resultados llegaron semanas después. Contra todo pronóstico, su nombre estaba en la lista de los seleccionados.  
 
Estudiar y trabajar al mismo tiempo no fue fácil. Se levantaba a las 4 a.m. para ayudar a su madre, iba a la universidad con el estómago vacío y, en las noches, trabajaba en un restaurante lavando platos. Hubo momentos en los que quiso rendirse, pero cada vez que veía los ojos de su madre llenos de orgullo, encontraba la fuerza para seguir.  

Años después, con su título en mano, Daniel consiguió un trabajo bien pagado. Por primera vez en su vida, pudo ver a su familia sin miedo al futuro. Compró una casa para su madre y ayudó a sus hermanos a estudiar.  

Cuando le preguntaban cómo lo había logrado, siempre respondía con una sonrisa:  

Nunca acepté que mi destino estuviera escrito. Lo escribí yo.
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