El estudio del comportamiento humano tiene raíces antiguas, pero se consolidó como disciplina científica en el siglo XIX con la psicología experimental. A lo largo de la historia, han surgido varios enfoques para explicar el comportamiento:
El conductismo, desarrollado por psicólogos como John B .
Ejemplo: Un niño aprende a decir "gracias" porque cada vez que lo hace recibe una sonrisa o elogio de sus padres.
Sigmund Freud propuso que el comportamiento humano está influenciado por el inconsciente, donde se almacenan deseos reprimidos, traumas y conflictos internos. Según esta teoría, muchos de nuestros actos son impulsados por fuerzas inconscientes que no controlamos conscientemente.
Ejemplo: Una persona que teme comprometerse en una relación podría estar repitiendo patrones aprendidos en su infancia debido a experiencias familiares difíciles.
El enfoque cognitivo, desarrollado en la segunda mitad del siglo XX, estudia cómo los pensamientos, creencias y procesos mentales afectan el comportamiento. A diferencia del conductismo, reconoce la importancia de la percepción, la memoria y la toma de decisiones en la conducta humana.
Ejemplo: Una persona que piensa constantemente en sus fracasos pasados puede desarrollar ansiedad y evitar nuevos desafíos.
Carl Rogers y Abraham Maslow defendieron la psicología humanista, que enfatiza la libertad, la autorrealización y el crecimiento personal. Según esta perspectiva, el comportamiento humano se guía por el deseo de alcanzar el máximo potencial.
Ejemplo: Alguien que busca su propósito en la vida y se enfoca en actividades que le dan satisfacción personal.