En 1831, un joven de apenas 22 años, sin mucha experiencia en el campo, se embarcó en una travesía que cambiaría no solo su vida, sino la historia de la ciencia. Ese joven era Charles Darwin, un naturalista que subió a bordo del HMS Beagle sin saber que su viaje por América del Sur lo convertiría en una de las figuras más influyentes de la historia.
Desde su nacimiento en 1809 en Inglaterra, Darwin estuvo rodeado de una familia que ya tenía un pie en la ciencia .
En 1831, tras su graduación, Darwin recibió una carta que lo llevaría a un destino inesperado. El capitán del Beagle, Robert Fitzroy, buscaba a un naturalista para acompañarlo en una expedición a Sudamérica. Fue entonces cuando Darwin, sin pensarlo dos veces, se unió a esta aventura, que duraría cinco años y lo llevaría a lugares como las Islas Galápagos y Brasil, donde hizo observaciones cruciales sobre la adaptación de las especies a su entorno.
En el transcurso de su viaje, Darwin comenzó a plantear la revolucionaria idea de que las especies no eran fijas, sino que cambiaban y evolucionaban con el tiempo, adaptándose a su entorno. Observó que los animales, como los tentilhões (pinzones) en Galápagos, tenían características específicas que les ayudaban a sobrevivir en sus respectivos hábitats. Esto lo llevó a formular su teoría de la selección natural, una idea que pondría en duda las creencias religiosas predominantes de la época.
En 1859, Darwin publicó su obra más famosa, El origen de las especies, donde presentó sus hallazgos y la teoría de la evolución. El libro fue un éxito inmediato, aunque también causó controversia y enfrentamientos con quienes defendían la visión religiosa sobre la creación. A pesar de la oposición, su teoría demostró ser fundamental para el desarrollo de la biología moderna y revolucionó la forma en que entendemos nuestra propia existencia.
Darwin murió en 1882, dejando un legado que aún perdura. Su trabajo no solo cambió el rumbo de la ciencia, sino que también desafió y transformó nuestra percepción del mundo y de la vida misma. Hoy, más de 140 años después de su muerte, seguimos explorando y aprendiendo de sus descubrimientos.