Esta historia, tanto conmovedora como inquietante, nos invita a reflexionar sobre los misterios de la reencarnación y las conexiones inexplicables entre vidas pasadas y presentes.
Jamie, un niño de Madison, Wisconsin, sorprendió a su familia con comportamientos y recuerdos que desafiaban toda lógica. Desde su nacimiento, fue un niño excepcionalmente inteligente y avanzado para su edad .
Cuando tenía solo tres años, Jamie comenzó a contar historias extrañas sobre "ventanas en el cielo" desde donde observaba a su madre. Decía que había elegido a su familia desde allí, lo cual desconcertó a su madre, que nunca había mencionado algo relacionado con esto. Pero lo más impresionante ocurrió cuando, sin haber sido influenciado por libros o películas, Jamie comenzó a hablar con un acento británico, y usaba términos náuticos como "babor" y "estribor", palabras relacionadas con la navegación en barco.
A medida que el niño crecía, su obsesión con el Titanic se intensificó. Realizaba dibujos detallados del famoso barco y hablaba del desastre con una tristeza y frustración que solo podrían explicarse si realmente lo hubiera vivido. Su madre se preocupó cuando Jamie, después de ver una película sobre el hundimiento, comenzó a llorar desconsolado, repitiendo que el barco "se hundía" y que "las personas en la sala de calderas murieron primero". Esto no fue un simple trauma de niño, sino una profunda conexión emocional con los eventos ocurridos a bordo.
A lo largo de su infancia, Jamie continuó demostrando un conocimiento sorprendente sobre el Titanic, sin nunca haber recibido educación formal sobre el tema. Sabía detalles que ni siquiera la película había mostrado, como el número de chimeneas del barco y cómo algunas de ellas eran meramente decorativas. Sin embargo, lo más asombroso fue cuando, jugando a un videojuego sobre el Titanic, Jamie supo exactamente qué hacer sin necesidad de haberlo jugado antes. Parecía conocer cada rincón del barco como si lo hubiera recorrido en su vida pasada.
Finalmente, después de mucho investigar, su familia llegó a la conclusión de que Jamie podría haber sido un ingeniero llamado Thomas Andrews, quien había trabajado en la construcción del Titanic y estaba a bordo cuando el barco se hundió. Esta revelación encajaba perfectamente con las historias que Jamie contaba y la frustración que sentía por no haber podido evitar la tragedia.
Aunque los recuerdos de Jamie del Titanic comenzaron a disminuir con el tiempo, su familia asegura que la conexión con su vida pasada nunca desapareció por completo. Hoy, ya crecido, Jamie mira atrás con nostalgia, pero también con la paz de saber que ha dejado atrás esa etapa de su vida pasada.