En la era digital, nuestras redes sociales están inundadas de imágenes perfectas: casas impecables, ropa de marca, un estilo de vida lleno de lujo que parece estar al alcance de cualquiera. Sin embargo, esta constante exposición a lo que algunos consideran "la vida ideal" puede tener un impacto devastador en nuestra salud mental y emocional .
Desde pequeños, nunca nos preocupábamos por seguir una estética o por cumplir con una lista interminable de características que "deberíamos tener" para ser considerados exitosos o felices. Crecíamos siendo nosotros mismos, disfrutando de nuestras pasiones y peculiaridades sin compararnos constantemente con los demás. Sin embargo, a medida que nos sumergimos en las redes sociales, nos vemos atrapados en una trampa de comparación. Los filtros de Instagram y las fotos perfectamente curadas nos hacen sentir que debemos tener lo que otros tienen para ser "cool" o estar a la altura.
Pero, ¿cuál es la verdad detrás de esas publicaciones de vidas perfectas? La mayoría de las personas no vive de esa manera. Muchos no pueden permitirse ese estilo de vida, y lo que vemos en línea es solo una fracción de la realidad. De hecho, gran parte de este contenido refleja un exceso de consumo, que nos enseña que, para ser felices o exitosos, necesitamos más, siempre más. Sin embargo, esta constante necesidad de acumular cosas materiales no nos lleva a la verdadera felicidad. Es más, nos deja sintiéndonos vacíos, insatisfechos, y muchas veces, endeudados.
La triste realidad es que muchas personas, a pesar de sus esfuerzos, viven al día, luchando por pagar el alquiler, la comida y las necesidades básicas. La presión por cumplir con una estética que no es alcanzable para todos solo genera más frustración y ansiedad. Afortunadamente, está surgiendo una tendencia de autenticidad en las redes sociales. Cada vez son más las personas que muestran su vida real, sin filtros ni ediciones. Este es el tipo de contenido que necesitamos: contenido que nos recuerde que ser normales, ser nosotros mismos, está bien. No necesitamos encajar en una caja de "estética" para ser felices o tener valor.
Es esencial recordarnos que la verdadera felicidad no depende de lo que tenemos, sino de quiénes somos y de cómo tratamos a los demás. Si en este momento no puedes darte esos lujos, no te preocupes, ¡estás donde muchas otras personas también están! Lo importante es estar en paz con lo que tienes, agradecer por lo que eres y continuar trabajando hacia tus metas sin caer en la trampa de la comparación. La vida no es un concurso de quién tiene más cosas, sino un viaje personal hacia la plenitud y la gratitud. ¡Acepta tu normalidad y siéntete orgulloso de ella!
