El poder de las estéticas en las redes sociales
Hace 7 horas
Tiempo de lectura aprox. :
4 min.
0 votos

En la era digital, el culto a las "estéticas" en redes sociales se ha convertido en una tendencia casi omnipresente. Desde el Cottagecore hasta el Dark Academia, pasando por el popular "That Girl" y el famoso "E-girl" y "E-boy", estos subgrupos no solo definen estilos de vida, sino también qué debemos consumir para pertenecer a ellos .

Las redes sociales como Instagram, Pinterest o TikTok han acelerado la creación de estas identidades visuales, donde cada artículo que compramos, desde ropa hasta accesorios, se convierte en un símbolo de quién somos.

Pero, ¿qué pasa cuando esta obsesión por las estéticas lleva a una sobreconsumición constante? Más allá de la apariencia, estas tendencias nos empujan a gastar dinero en productos que prometen definir nuestra identidad. Y en esta vorágine de consumir para encajar, nos olvidamos de algo crucial: las estéticas no definen nuestro ser, sino que, a menudo, lo moldean de maneras que no siempre son saludables ni sostenibles.

Tomemos como ejemplo el auge de la estética "Visco Girl", que dominó las redes hace unos años. ¿Quién no recuerda esas mochilas Fjällräven, las Hydro Flasks y los scrunchies? Este estilo, aparentemente casual y eco-amigable, rápidamente se convirtió en un código visual al que muchas personas aspiraban, sin cuestionar las implicaciones detrás de los productos que compraban. El problema radica en que estos objetos no solo son un reflejo de una identidad, sino que también comunican valores y aspiraciones, a veces superficiales o materialistas, que fomentan un ciclo de consumo insostenible.

Este fenómeno se extiende a todos los aspectos de nuestra vida digital. Las redes sociales nos han permitido crear comunidades digitales donde compartimos, no solo gustos, sino productos y estéticas. Estas comunidades a menudo se basan en valores de consumo, y los productos que usamos se convierten en la "lengua compartida" que nos conecta con los demás. Sin embargo, en un mundo donde las identidades se definen a menudo por lo que tenemos, ¿cuánto realmente sabemos sobre quiénes somos detrás de los objetos que usamos?

A lo largo de los años, la presión de encajar en una estética determinada ha llevado a muchos a gastar más de lo necesario, generando una "inflación de estilo de vida" que afecta incluso a quienes tienen ingresos elevados. Este fenómeno no solo tiene implicaciones financieras (porque gastar más de lo que ganamos solo nos pone en riesgo), sino también ecológicas, pues cada vez más objetos se convierten en desechos al abandonar una estética por otra. La pregunta es: ¿vale la pena? ¿Nos estamos dejando llevar por la corriente sin reflexionar sobre las consecuencias?

La realidad es que las estéticas no deben ser la base de nuestra identidad. Si bien la moda y el estilo personal son formas válidas de expresarnos, hay formas más auténticas y sostenibles de hacerlo. Crear, expresar, conectar de manera genuina con los demás y con nosotros mismos son formas más ricas de definir nuestra personalidad. Las estéticas pueden ser divertidas, pero no deberían ser lo único que nos impulse a tomar decisiones, especialmente cuando estas están tan ligadas a la sobreconsumición.

2 visitas
Valora la calidad de esta publicación
0 votos

Por favor, entra o regístrate para responder a esta publicación.

Adimvi es mejor en su app para Android e IOS.