¡No hables mal de ti mismo!
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En este post, quiero hablarte de la importancia de lo que decimos sobre nosotros mismos, y cómo nuestras palabras pueden transformar nuestra vida de maneras que ni siquiera imaginamos.

Imagina que todo lo que dices sobre ti mismo es escuchado por una parte de tu cerebro que se encarga de filtrar lo que ves, lo que escuchas y, sobre todo, lo que crees que eres. Esta parte se llama el sistema reticular activador ascendente (SARA), y su función es simple: resaltar lo que ya crees que es cierto .

Si constantemente te dices que eres desorganizada, tu cerebro tomará ese mensaje como una orden y comenzará a buscar todas las razones para que sigas siendo desorganizada. ¡Increíble, verdad?

Este proceso no es algo mágico o espiritual, ¡es ciencia! El cerebro humano tiene la capacidad de enfocarse en lo que le decimos que es importante, y lo hace de manera tan eficiente que, si sigues repitiendo algo negativo sobre ti, eventualmente lo terminarás creyendo. Así que, si te defines como "impuntual", no es de extrañar que las personas a tu alrededor empiecen a confirmarlo, reforzando esa imagen que tienes de ti misma.

Entonces, ¿qué pasa si cambiamos el enfoque? En lugar de decir "soy desorganizada", podrías empezar a decir "puedo mejorar la organización de mi cuarto". En lugar de asumir que siempre llegarás tarde, podrías decir "estoy trabajando en ser más puntual". ¿Te das cuenta de la diferencia? Una frase te encierra en una limitación, mientras que la otra te empodera y te orienta hacia la acción.

La clave está en educar la voz interna que todos tenemos, esa voz crítica que a veces nos limita. Si dejas de hablar mal de ti misma, verás cómo las oportunidades y el crecimiento empiezan a fluir de manera natural. No se trata de mentirnos o negar la realidad, sino de tomar control de las narrativas que alimentan nuestra mente.

A lo largo de este proceso, es importante también ser consciente de las palabras que usamos al hablar con los demás. ¿Cuántas veces has dicho "no tengo dinero" o "nada me sale bien"? Estas frases son poderosas, pero en la dirección equivocada. En lugar de "no tengo dinero", ¿por qué no decir "estoy ahorrando"? En lugar de "nada me sale bien", di "sé que puedo hacerlo mejor". Así, poco a poco, cambiarás no solo tu perspectiva, sino también la energía que atraes.

La transformación empieza con lo que decimos sobre nosotros mismos. Si quieres cambiar tu realidad, comienza a cambiar tu lenguaje. El poder de tus palabras es infinito, y aunque no lo veas de inmediato, créeme: ¡estás creando tu futuro con cada palabra que pronuncias!

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