A lo largo de la historia, filósofos y pensadores, desde los antiguos griegos hasta los minimalistas modernos, han elogiado la simplicidad como un camino hacia la felicidad y el significado. Epicuro, por ejemplo, creía que el secreto de la felicidad no radica en el lujo ni en los placeres materiales, sino en disfrutar de las pequeñas cosas .
Los estoicos, por su parte, enseñaban que la verdadera felicidad viene de dentro, no de las posesiones materiales. Al reducir nuestros deseos, eliminamos la frustración de no obtener lo que queremos, ya que si no deseas mucho, nunca te sientes decepcionado. Esta filosofía de vida nos invita a abrazar el poder de la simplicidad, como aquellos que viven con lo esencial y encuentran libertad en no necesitar más de lo que realmente importa.
El Buda, quien dejó atrás una vida de lujo para buscar la verdad, encontró que ni el exceso ni la austeridad extrema conducen a la felicidad. Su "camino medio" es la clave: disfrutar de lo suficiente sin caer en el exceso, ni en la privación. La vida sencilla es una elección consciente que busca el equilibrio, tal como si prefirieras un coche práctico y eficiente a uno de lujo que solo genera estrés y preocupaciones adicionales.
Hoy en día, el minimalismo se ha convertido en una forma de vida que va más allá de tener menos objetos. Es una filosofía que nos invita a limpiar nuestro espacio físico, pero también nuestra mente. Al eliminar el exceso de lo que no necesitamos, hacemos espacio para lo que realmente importa, desde nuestras relaciones hasta nuestras pasiones. La acumulación de cosas, lejos de brindarnos felicidad, a menudo se convierte en una fuente de estrés constante. Y cuando nos deshacemos de todo lo innecesario, no solo despejamos nuestro hogar, sino que también liberamos nuestra mente.
En un mundo tan hiperconectado y lleno de información, podemos encontrar placer en el JOMO (la alegría de perderse), al dejar de llenar nuestra agenda con eventos y gadgets, y simplemente disfrutar de la calma. No se trata de vivir en la pobreza ni de renunciar a todo, sino de encontrar el gozo en lo esencial, en lo que realmente aporta paz y satisfacción.