La protagonista comparte su historia de vida, una historia que muchos de nosotros probablemente podamos comprender. Durante mucho tiempo, luchó con la idea de no tener una mejor amiga o un grupo cercano con el que compartir su tiempo .

Sin embargo, con el tiempo, aprendió que no tenía que forzar relaciones. Decidió aceptar que, aunque el deseo de tener una mejor amiga siempre estuvo allí, no era necesario para sentirse completa. Entendió que la soledad no es un reflejo de fracaso, sino una oportunidad para conocerse a uno mismo. Y así, se dio el permiso de vivir su vida sin tener que cumplir con expectativas ajenas.

Una de las enseñanzas más poderosas que comparte es que no necesitamos encajar en un grupo para ser felices. Ser uno mismo, sin tratar de agradar a todo el mundo, es clave para vivir en paz. A lo largo de su camino, también descubrió que las personas vienen y van, pero eso no significa que algo esté mal con nosotros. Simplemente, no todos los encuentros están destinados a ser eternos, y está bien.

Al final, la verdadera amistad no se trata de tener muchas personas a tu alrededor, sino de estar en paz contigo mismo y aceptar a los demás tal como son, sin presiones ni expectativas. La protagonista nos recuerda que está bien no tener una mejor amiga y, más importante aún, que está bien disfrutar de la soledad, ya que a veces esa es la mejor compañía que podemos tener.

Este mensaje es para aquellos que, como ella, se han sentido alguna vez fuera de lugar o presionados por no cumplir con ciertos ideales sociales. No hay nada de malo en no tener un grupo grande de amigos; lo importante es ser fiel a uno mismo y disfrutar de las experiencias que la vida nos ofrece, ya sea en solitario o con las pocas personas que realmente aportan algo valioso a nuestro camino.