Las mujeres tienen prohibido hablar entre sí, cantar o recitar poesía, y circular libremente.
Además, no pueden frecuentar restaurantes ni estudiar en la escuela.
Trabajar en una ONG también está prohibido para ellas.
El régimen talibán ha reintroducido la lapidación a muerte para las mujeres culpables de adulterio.
Las mujeres no pueden descubrir sus rostros en la calle o en presencia de un hombre que no sea su esposo, ni mirar a otro hombre a los ojos.
Todas las habitaciones que se abren a una habitación frecuentada por mujeres deben estar obstruidas, y las habitaciones de las casas nuevas construidas para mujeres deben estar sin ventanas.
Estas restricciones reflejan una realidad muy dura y opresiva para las mujeres en Afganistán.
La situación es alarmante y plantea serias preocupaciones sobre los derechos humanos y la igualdad de género.
La comunidad internacional, incluida la ONU, enfrenta un desafío significativo al tratar de abordar estas violaciones de derechos humanos y encontrar formas de apoyar a las mujeres afganas en su lucha por la libertad y la igualdad.