El mayor desastre radioactivo de la historia de Brasil
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Imagina que, en pleno corazón de Brasil, una historia escalofriante comienza con dos recolectores de basura que encuentran lo que parece una máquina vieja y sin valor. Lo que no sabían es que ese hallazgo desataría una tragedia de dimensiones inimaginables .

El 13 de septiembre de 1987, en la ciudad de Goiânia, dos hombres dieron sin saberlo con uno de los peores desastres radiactivos de la historia, un accidente que cambiaría para siempre la vida de miles de personas.

Todo comenzó cuando Wagner y Roberto, dos recolectores de basura, encontraron un dispositivo olvidado en una clínica cerrada desde hacía dos años. A pesar de los signos de deterioro, la máquina parecía valiosa, así que decidieron desmontarla para vender las piezas. Pero lo que parecía una oportunidad de oro se convirtió en una pesadilla. Al poco tiempo, comenzaron a sufrir extraños síntomas: mareos, náuseas y diarrea. Pero no fue hasta días después que se dieron cuenta de la gravedad de la situación: habían estado manipulando una cápsula de Cesio-137, un material radiactivo altamente peligroso.

Lo que siguió fue aún más catastrófico. Sin saber lo que estaban manejando, los recolectores vendieron el dispositivo a un chatarrero llamado Devair, quien, intrigado por el resplandor azul que emitía el polvo dentro de la cápsula, lo llevó a su casa. A partir de ahí, el desastre se extendió rápidamente, contaminando a cientos de personas. Amigos, familiares y vecinos entraron en contacto con el material radiactivo, sin entender el riesgo que corrían. Incluso una niña de seis años terminó ingiriendo el polvo sin darse cuenta.

En poco tiempo, la ciudad de Goiânia fue aterrorizada por los efectos devastadores de la radiación. Mareos, vómitos y hemorragias internas fueron solo algunos de los síntomas que comenzaron a aparecer. La ciudad vivió una de las evacuaciones más grandes de su historia. Sin embargo, lo peor no fue solo el sufrimiento inmediato: muchos de los afectados morirían años después, producto de la exposición a la radiactividad.

Este desastre, que a menudo se compara con el famoso accidente de Chernobyl, reveló la falta de precaución en el manejo de materiales radiactivos y las graves consecuencias de una negligencia mortal. Aunque el gobierno intentó ocultar la causa del accidente, los científicos finalmente identificaron el Cesio-137 como el culpable, y con ello, una tragedia que dejaría secuelas para siempre.

A lo largo de los años, las víctimas no solo sufrieron las consecuencias físicas de la exposición a la radiación, sino también el estigma social. Los que sobrevivieron fueron rechazados por sus vecinos, y muchas familias fueron forzadas a abandonar sus hogares, ya que la gente temía vivir cerca de las zonas contaminadas.

Hoy, más de 30 años después, los restos del Cesio-137 siguen enterrados en una región cercana a Goiânia. A pesar de que las autoridades aseguran que ya no hay riesgo de contaminación, la sombra de aquel desastre sigue presente en la memoria de los habitantes locales, que nunca olvidarán lo que ocurrió aquella fatídica mañana de septiembre.

El caso del Cesio-137 es un recordatorio de la fragilidad humana frente a los peligros invisibles de la radiactividad y la importancia de manejar con extremo cuidado los materiales que pueden poner en peligro tantas vidas. Sin duda, una de las tragedias más impactantes y desconocidas de Brasil, que dejó una cicatriz imborrable en la historia del país.

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