Con un impactante número de 3.204 homicidas, esta nación lidera una lista escalofriante que, a simple vista, parece inconcebible. Pero, ¿qué es lo que hace a este país tan prolífico en crear figuras de terror como Ted Bundy, Jeffrey Dahmer o Richard Ramirez?
Para comprender este fenómeno, debemos explorar varios factores fundamentales .
El segundo factor es el morbo mediático. Los medios de comunicación en Estados Unidos han alimentado el culto a la personalidad de estos criminales, convirtiéndolos en celebridades del crimen. Desde el caso de Jack el Destripador, los asesinos en serie han sido objeto de un fascinante seguimiento popular, y la cultura del sensacionalismo solo ha incrementado el interés por estos casos. Es un ciclo que no solo alimenta el miedo, sino también el ego de los propios asesinos, quienes buscan la atención que nunca recibieron durante su niñez.
Otro factor crucial es el rezago de las herramientas científicas y tecnológicas. Durante las décadas en las que estos asesinos actuaron con impunidad, los avances forenses eran primitivos. La falta de bases de datos que vincularan crímenes y la ausencia de pruebas como el ADN, permitieron a los criminales perpetrar actos terribles sin ser detectados por años. El caso reciente del "Asesino de Golden State" demuestra cómo los avances tecnológicos han cambiado las reglas del juego en la lucha contra este tipo de crimen.
Finalmente, aunque el uso de armas juega un papel en la violencia en general, no es el factor principal en el caso de los asesinos seriales. La fascinación de estos individuos por el control físico, el sufrimiento psicológico y la perversidad de sus actos dista mucho de la simple necesidad de matar. La verdad es que el placer no radica en la muerte misma, sino en las prácticas macabras que rodean el crimen.
¿Por qué entonces, a principios del siglo XXI, la tasa de asesinos seriales en Estados Unidos ha disminuido? La respuesta parece radicar en los avances en la investigación criminal y la forense, que han hecho mucho más difícil que estos asesinos operen sin ser detectados. Sin embargo, este descenso no significa que el fenómeno haya desaparecido; simplemente ha mutado hacia otras formas de violencia, como las matanzas masivas, que hoy captan la atención de los medios y el público.
Este análisis nos lleva a preguntarnos: ¿estamos realmente entendiendo la mente de los asesinos en serie, o solo estamos mirando las consecuencias de una sociedad que ha fallado en abordar problemas mucho más profundos y complejos? La historia de Estados Unidos como el país con más asesinos seriales nos invita a reflexionar sobre los factores sociales, psicológicos y culturales que contribuyen a la creación de estos monstruos humanos.
