Esta es una de las preguntas más intrigantes en el campo de la criminología y la psicología, y la respuesta no es tan sencilla como parece.
En este fascinante análisis, un experto en crímenes nos lleva a explorar la psicopatía desde una perspectiva novedosa. En lugar de verla como un diagnóstico absoluto, nos invita a considerarla como una dimensión, algo que puede manifestarse en diferentes grados dentro de la población .
Desde la falta de empatía hasta la incapacidad de experimentar remordimientos, estos rasgos se presentan en muchos individuos de manera moderada, sin que esto los convierta necesariamente en psicópatas. Sin embargo, cuando estos rasgos se combinan con un entorno favorable, las consecuencias pueden ser devastadoras. Un ambiente que refuerza la manipulación, la mentira y la falta de moral puede convertir un rasgo potencial en una personalidad destructiva. Pero, ¿qué ocurre si el entorno es diferente? Si crecemos en un espacio que fomenta la empatía, el respeto y la moralidad, la psicopatía puede ser mitigada e incluso controlada.
El experto también aborda cómo la genética juega un papel crucial en la formación de una psicopatía. A través de la epigenética, sabemos que los factores ambientales pueden modificar la expresión de ciertos genes, y un niño nacido con una predisposición a ser menos empático, por ejemplo, puede desarrollar comportamientos menos dañinos si se cría en un entorno adecuado. Así, la psicopatía no es un destino inevitable, sino una interacción entre genética y ambiente.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, la psicopatía no siempre puede ser "curada". En casos extremos, como el de individuos que nacen con una predisposición fuerte y se crían en contextos profundamente destructivos, la capacidad para desarrollar una personalidad cruel y peligrosa se ve incrementada. La historia de personajes como Josef Mengele o figuras como Hitler nos recuerda que, en algunos casos, la genética y el contexto se combinan para crear monstruos.
Pero aún hay esperanza. Si un niño con ciertos rasgos psicopáticos es educado en un ambiente que favorezca el amor, la moralidad y la empatía, los impactos negativos de esos rasgos pueden ser minimizados. En última instancia, aunque algunos casos parecen inevitables, la mayoría de las personas pueden ser guiadas a través de un entorno adecuado hacia una vida más sana y equilibrada.
Este análisis profundiza en cómo la naturaleza y la crianza interactúan de maneras complejas para formar la personalidad humana, y ofrece claves valiosas para entender y prevenir la psicopatía en generaciones futuras. Al final, la respuesta a la pregunta de si un psicópata nace o se hace no es un sí o no claro, sino un complejo equilibrio entre lo que venimos siendo y lo que el mundo nos ayuda a ser.