Te recuerdo, cada día...cada noche, e incluso en algunas madrugadas. Siempre estás...
Te recuerdo sin querer, sin esperarlo, sin necesitarlo; pero allí estás, siempre estás.
En cada risa, en cada lágrima, en un libro leído o una canción escuchada.. .
allí estás tú...
Te recuerdo en una tarde con amigos,en cada día de lluvia, en cada día de sol, solo cada día...
Y lo sé, suena frustrante. Intenté luchar, grité, lloré, mi corazón se rompió muchas veces en aquella guerra. Hasta que al final... me rendí. No podía luchar contra tí. Contra lo que fuimos, contra lo que dejaste, contra lo que se fue... te dejé ir, te dejé volar... pero lo irónico de las despedidas es que siempre algo nos queda, siempre una parte de nosotros se queda en ese lugar donde fuimos algo, donde fuimos amor... u odio. Donde solo fuimos...
Te recuerdo y ahora sonrío, porque sigo con vida. Porque eres una pequeña parte de mí. Porque aprendí a cambiar el dolor por sonrisas, mis lágrimas por felicidad, porque he aprendido a vivir sabiendo que soy libre y tú también; he aprendido a caminar después de la caída, después de tí.
Ya no más odio, ya no más rencor, ya no más tú. Te he visto marchar desvaneciéndote en mis manos. Y supe que ya te he sufrido suficiente, ya te he llorado, ya te he extrañado cada segundo por meses; ya te odiado, maldecido y gritado.
Pero ahora...ya te he soltado. Ahora, vivo contigo en mi corazón, que aunque ya no te pertenece por completo, una parte de tí se quedó en mí y ahora por fin, somos libres los dos.