La Última Luz Antes del Adiós
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Todo comenzó una tarde de otoño, cuando el viento ya comenzaba a cantar su melodía fría entre las ramas desnudas. Ella se encontraba en el mismo banco donde habían compartido risas y promesas, donde se habían besado bajo la luz suave de los atardeceres .

Pero esa tarde, algo era diferente. El lugar ya no tenía la misma magia, como si la naturaleza misma hubiera sentido el peso de lo que quedaba entre ellos.


Aquel banco, que alguna vez fue su refugio, ahora era un símbolo de lo que se había desvanecido. Habían pasado meses desde que sus caminos se habían separado, pero el eco de sus palabras aún resonaba en su mente. Las palabras que antes le prometían un futuro juntos, un amor eterno, ahora se sentían vacías, como sus corazones al final de cada conversación.


Recordó el día que todo comenzó a cambiar. Ella había llegado a su casa, con los ojos brillando de ilusión, para contarle que había conseguido una oportunidad de trabajo en otra ciudad. Era el sueño que había perseguido por años, pero él, en lugar de alegrarse, se había quedado en silencio, mirando al vacío. La distancia no fue la única que creció entre ellos, sino también la indiferencia. Las noches se hicieron más largas, las palabras se volvieron más escasas, y el amor que antes llenaba cada rincón de su vida empezó a desvanecerse.


En un intento de salvar lo que quedaba, ambos decidieron darle un giro a su relación, pero era tarde. El amor que habían compartido ya no era el mismo. Se habían convertido en dos extraños que compartían un pasado, pero ya no un presente. Al principio intentaron mantener las apariencias, pero los gestos ya no eran los mismos, los abrazos se volvían más fríos, las sonrisas más forzadas.


Y ahora, en ese banco de siempre, ella sentía que lo único que quedaba de todo lo que fueron era una sombra. Una sombra que se alargaba con cada minuto que pasaba, mientras el sol se escondía detrás de las nubes grises, como una despedida inevitable.


Miró al horizonte, donde el sol comenzaba su descenso, tiñendo el cielo de tonos naranja y rojo. Era como el final de un ciclo, el último suspiro de un amor que ya no podía ser rescatado. La realidad había llegado tarde, y con ella, el entendimiento de que el amor que compartieron había llegado a su ocaso.


Ya no quedaban palabras que decir, solo una mirada de despedida, como si ambos supieran que, al igual que el sol se apaga en el horizonte, su relación había llegado al fin. El viento acarició su rostro, como si el universo estuviera de acuerdo con el final que ambos ya sabían que debía llegar. Y sin decir una sola palabra más, ella se levantó del banco, con el corazón en pedazos, pero con la certeza de que el ocaso de lo que fueron les había dado la libertad de seguir adelante, aunque fuera por caminos separados.


El amor había muerto, pero en su lugar quedaba la paz de saber que, aunque el sol ya no brillara en su vida, ambos seguirían buscando su propio amanecer.

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gatoloco.24 686 puntos Hace 4 horas gatoloco.24 686 puntos
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Hace 4 horas
sonis_24 206 puntos Hace 3 horas sonis_24 206 puntos
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Hace 3 horas
nicki.floa 3 puntos Hace 35 minutos nicki.floa 3 puntos
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