La extinción de especies animales es un recordatorio doloroso de cómo los humanos han alterado, muchas veces sin intención, los ecosistemas que han sostenido la vida durante miles de años. Y aunque algunas especies se extinguen en el olvido, hay otras que tienen historias trágicas que nos invitan a reflexionar sobre las consecuencias de nuestras acciones .
¿Sabías que la famosa paloma migratoria, una vez el ave más común de América del Norte, se extinguió en 1914? Durante el siglo XIX, las enormes bandadas que volaban por el cielo fueron cazadas sin piedad por su carne barata y su presencia considerada una amenaza para los cultivos. La última de ellas, llamada Marta, murió sola en un zoológico, poniendo fin a una especie que fue tan abundante que sus bandadas podían contar miles de millones de ejemplares.
Otro caso impactante es el del bucardo, una cabra montés que fue la primera especie en ser traída de vuelta mediante clonación, solo para extinguirse nuevamente 7 minutos después de nacer debido a un fallo pulmonar. Esta historia nos recuerda que a veces la ciencia no puede revertir los daños causados por siglos de persecución y destrucción.
Y si crees que todo terminó ahí, ¿sabías que la foca monje del Caribe, una especie nativa del Mar Caribe y el Golfo de México, fue exterminada por completo por actividades humanas? Desde que Cristóbal Colón las descubrió, la caza indiscriminada para obtener su aceite y su piel, junto con la destrucción de su hábitat, acabó con una especie que existió por siglos.
Además, el tigre de Java, una subespecie exclusiva de la isla de Java, desapareció debido a la expansión humana y la caza constante. La última vez que se avistó uno fue en 1972, y en las décadas posteriores no se encontraron más rastros, lo que lo llevó a ser declarado oficialmente extinto.