Aunque la respuesta no es sencilla, existe una combinación de factores biológicos, sociales y conductuales que explican esta diferencia en esperanza de vida entre géneros.
Desde el punto de vista biológico, los hombres y las mujeres tienen diferencias genéticas que afectan su salud. Por ejemplo, las mujeres tienen dos cromosomas X, lo que les otorga una ventaja en términos de protección genética frente a ciertas enfermedades .
Sin embargo, los factores sociales y conductuales juegan un papel aún más determinante. En muchas culturas, los hombres son más propensos a involucrarse en conductas de alto riesgo, como fumar, beber en exceso o tener hábitos alimenticios poco saludables. Además, tienden a ser menos propensos a ir al médico o hacerse chequeos regulares, lo que hace más difícil detectar problemas de salud de manera temprana.
La exposición a factores de estrés también parece influir: los hombres suelen tener más trabajos de alto riesgo o con más presión laboral, lo que puede generar mayores niveles de estrés crónico, lo que a largo plazo afecta su salud cardiovascular y general. Las tasas de suicidio también son más altas entre los hombres, lo cual es otro factor que contribuye a su menor esperanza de vida.
Aunque las diferencias en la esperanza de vida son complejas, es claro que un enfoque holístico que promueva la salud, el bienestar emocional y la prevención en los hombres podría ayudar a cerrar esta brecha. Y mientras las mujeres siguen liderando en términos de longevidad, hay mucho que los hombres pueden hacer para mejorar su calidad de vida y aumentar sus años.