A veces, el dolor no se nota de inmediato. Se cuela lentamente, como la niebla en la madrugada, envolviendo poco a poco hasta que ya es imposible ver lo que antes brillaba con claridad .
Recuerdo cómo nos abrazábamos al final de cada día, buscando consuelo en los brazos del otro, como si nada más en el mundo pudiera importarnos. Ese rincón, en la esquina de nuestro pequeño apartamento, donde solíamos quedarnos hasta que el sol comenzaba a asomar, ahora se siente como un vacío infinito. Allí, donde una vez te sentía tan cerca, ahora solo queda aire frío.
Tu ausencia ha marcado cada rincón de mi vida, pero es en ese pequeño espacio donde más te extraño. Cada vez que paso junto a esa esquina, el recuerdo de tu abrazo me golpea como una ola, con la fuerza de lo irrecuperable. El lugar donde solías estar es ahora un espacio vacío, un lugar que nunca pude llenar, no importa cuántas veces intente poner algo en él, sea una manta, una planta o incluso mi propio cuerpo. Nada puede sustituir lo que tú representabas en mi vida.
A veces, en las noches más solitarias, cierro los ojos y trato de recordar cómo era tu risa, cómo se sentían tus manos rodeando mi espalda, cómo tu perfume flotaba en el aire. Pero es como si todo se desvaneciera al despertar, como si tu esencia hubiera quedado atrapada en esa esquina, donde tu abrazo ya no puede alcanzarme.
Me pregunto si tú también sientes ese rincón vacío. Si alguna vez, en algún lugar lejano, te encuentras en la misma soledad que yo. O si, como me temía, ya has dejado atrás todo lo que compartimos, sin siquiera mirar atrás.
El tiempo no cura todo, a veces solo lo disimula. Yo sigo pasando junto a ese rincón, buscando algo que me diga que lo nuestro no fue en vano. Pero lo que me encuentro es silencio, y el eco de mi propio corazón diciendo adiós, una y otra vez.
El rincón vacío de tu abrazo me seguirá recordando que lo que una vez fue no siempre es para siempre. Pero, al mismo tiempo, es allí donde aprenderé a vivir con el amor que ya no existe. Porque aunque ya no estés, seguirás siendo parte de la historia que construimos, una historia que, por más que duela, siempre tendrá su espacio en mi vida.