Las redes sociales son plataformas poderosas para compartir historias y generar conciencia sobre diversas causas, pero también pueden ser el escenario perfecto para la manipulación. Este es el caso de Esmeralda, una influencer que, bajo el nombre de Tikkan Rose, construyó una gran audiencia promocionando su supuesto sufrimiento con el síndrome de Tourette .
En su cuenta de TikTok, Esmeralda afirmaba padecer el síndrome de Tourette desde la niñez, un trastorno que se caracteriza por tics involuntarios y movimientos repentinos. Pero algo no encajaba. Mientras en algunos videos sus tics eran constantes y visibles, en otros, especialmente durante transmisiones en vivo, estos parecían desaparecer por completo. Esto llevó a muchos a cuestionar la veracidad de sus publicaciones.
El dilema creció aún más cuando, tras la presión de sus seguidores, Esmeralda mostró un supuesto informe médico que confirmaba su diagnóstico. Sin embargo, detalles extraños en el informe, como errores en la redacción y un logo sospechoso en el documento, hicieron que la comunidad comenzara a dudar aún más. La historia no terminó ahí, pues se descubrió que ella había utilizado su supuesta condición para promover su marca de ropa y ganar dinero, sin ninguna preocupación por las consecuencias de sus actos.
Este caso pone en evidencia una triste realidad: las enfermedades, especialmente las mentales y neurológicas, se están utilizando como herramientas para atraer atención y generar ingresos en redes sociales. Pero detrás de cada historia hay personas reales que luchan contra estas condiciones, y el daño que se hace al romantizar o trivializar su sufrimiento es inmenso.
Es vital que tomemos conciencia sobre el contenido que consumimos y no dejemos que el morbo o la curiosidad nos lleven a apoyar causas que, en el fondo, son manipulaciones. La información es poder, y es fundamental que aprendamos a distinguir entre lo real y lo falso, especialmente cuando se trata de trastornos que afectan profundamente a muchas personas.
Este no es un caso aislado, y mientras sigan apareciendo influencers que lucran con las enfermedades ajenas, debemos ser más críticos y responsables con lo que compartimos y apoyamos. El síndrome de Tourette y otras afecciones similares no son un juego ni una moda, son realidades duras que merecen respeto y comprensión.