2025 está en el horizonte, y es el momento perfecto para reflexionar sobre lo que realmente queremos dejar atrás en el mundo literario. Si eres de los que se ha sentido abrumado por las tendencias literarias que parecen tenerlo todo, menos profundidad, es posible que este año sea el de decir “adiós” a todo eso .
Primero, vamos a hablar de la “clichificación” de los libros, donde las tramas parecen estar diseñadas para cumplir con una lista de deseos de tropes, como enemies to lovers o slow burn. Esto suena familiar, ¿verdad? A veces parece que los libros ya no se venden por lo que son, sino por lo que contienen. Pero, ¿realmente queremos que las historias sean solo un conjunto de clichés para ser vendibles? Aquí es donde los libros empiezan a perder su alma. Como lectores, necesitamos dejar de ser cautivados por promesas de tropos y empezar a valorar historias con profundidad real.
Y si pensabas que eso era lo único, déjame decirte que no. La tendencia de “leer diagonalmente” también está ganando terreno. Se ha viralizado la idea de “leer solo los diálogos” o saltarse párrafos enteros para consumir más rápido. Esto no solo es un ataque a la narrativa, sino también una forma de trivializar la labor de los autores que dedican tiempo a crear mundos complejos. Leer solo lo que es “más interesante” es perderse la esencia completa de la obra, y por ende, el verdadero disfrute de la lectura. Pero eso no es todo, también estamos viendo una distorsión de géneros como el dark romance, que ha caído en la trampa de la hipersexualización y la normalización de relaciones tóxicas. Este subgénero, que originalmente exploraba las sombras del alma humana, ha sido reemplazado por relatos que romantizan lo inaceptable. Es hora de preguntarnos: ¿realmente queremos que este tipo de contenido siga siendo la norma?
Finalmente, no podemos olvidarnos de la moda de coleccionar libros solo porque son populares o tienen portadas bonitas. ¡Cuántos libros terminan siendo solo decoración! El "librohaul" interminable y el sobreconsumo sin una verdadera intención de leer los títulos se está convirtiendo en una epidemia. Y es que, ¿de qué sirve llenar nuestra estantería si no le damos la oportunidad a los libros de ocupar el lugar que realmente merecen: en nuestras manos, con nuestras mentes comprometidas en su contenido?
