Sus ojos.
Sus ojos eran éxtasis.
Te despertaban, tenia unos ojos grandes y preciosos ¡Joder!
Su mirada te quemaba, su mirada te sonrojaba y para que no se diera cuenta mirabas para otro lado, pero volvías a recaer en el mismo lugar.
Lo recuerdas recostado sobre esa almohada y con la misma ternura plasmada en su mirada.
Cierras los ojos, pero los de él, ¡ya te habían atravesado hasta el alma! .