En un mundo cada vez más influenciado por la tecnología y las redes sociales, las infancias han cambiado radicalmente. Los niños ya no se sienten atraídos por los programas inocentes que definieron nuestras propias infancias .
Lo inquietante no es solo que los niños estén consumiendo contenidos que claramente no son apropiados para su edad, sino que esto se ha vuelto normalizado. Los padres, en muchos casos, permiten que sus hijos se enfrenten a temas violentos, oscuros y, en ocasiones, perturbadores, todo por la promesa de colores brillantes o personajes llamativos. ¿Cómo es posible que un niño de 7 años esté viendo una serie con violencia extrema o jugando a recrear juegos mortales?
La clave de este problema está en los padres y la sociedad. El acceso fácil a contenidos inapropiados en plataformas como YouTube, Roblox o TikTok ha generado una realidad en la que es cada vez más difícil distinguir lo que es apropiado de lo que no lo es. Y lo peor, es que si alguien se atreve a cuestionar esta tendencia, a veces recibe críticas, como si estuviera impidiendo que los niños "se diviertan".
Es esencial reflexionar sobre las decisiones que estamos tomando como sociedad. La línea entre lo que es para adultos y lo que es para niños se ha desdibujado peligrosamente. Lo que solía ser un simple juego de "ser adultos" ahora se está tomando demasiado en serio. ¿Es correcto que los niños tengan rutinas de belleza como si fueran influencers o que imiten figuras públicas que no representan un modelo de vida adecuado para ellos?
El verdadero problema radica en la falta de supervisión y en la permisividad excesiva. Los niños deben disfrutar de su infancia sin las presiones de la fama, el dinero o la responsabilidad que solo les pertenece a los adultos. Necesitan momentos de inocencia, juegos imaginativos y personajes que fomenten valores positivos, no series que los expongan a temáticas para las cuales no están preparados.
Si seguimos permitiendo que las infancias se consuman con contenido inapropiado, podríamos estar sacrificando una parte fundamental de su desarrollo. Este 2025, es crucial que pongamos un freno y pongamos en primer plano lo que realmente importa: que los niños vivan su niñez con alegría, curiosidad y, sobre todo, sin las cargas que los adultos no deberían imponerles.